Lo peor que podría ocurrirnos es creer que la violencia forma parte del ser humano y que es irremediable. Creer, también, que no existen propuestas para la paz. Que los poderes implicados en los conflictos, hacen y deshacen a conveniencia, y las personas de a pie no podemos influir, ni un mínimo, en la historia. También se ha difundido un clima de miedo, que mata todo germen de esperanza (Byung-Chul Han).
El momento que estamos viviendo es tan terrible, aunque no es exclusivo de nuestros días, que hace que nos deslicemos en el tobogán del desaliento. Somos testigos a través de las cámaras de periodistas, y no periodistas, del horror humano y de la destrucción: genocidio palestino, especialmente, Cisjordania, Ucrania, Sudán, Etiopía, República Democrática del Congo y un largo etc. hasta completar 56 conflictos activos en el mundo. El mayor número desde la Segunda Guerra Mundial.
Es difícil pensar y creer en la patria común, universal y unificadora, que defiende un derecho básico: La dignidad humana. Ésta fue plasmada en la Declaración Universal de DDHH de 1948 y, en muchas instancias, se pretende enterrar. No se trata de esa palabra “moderna” que se usa con ironía: buenismo. No es eso. La conciencia de la dignidad humana hace saltar por los aires la ambición exacerbada, el racismo, la xenofobia, los nacionalismos violentos, el machismo, el odio, en cualquiera de sus formas.
El avance de la paz está en los Derechos Humanos. Es un derecho no plasmado expresamente en la DUDH, pero sí está considerado un derecho de tercera generación, con soporte en el terreno jurídico. Su interdependencia (paz y DDHH) tiene ya un largo recorrido, Paz y DDHH son inseparables.
APUNTES
Conceptualmente la guerra es compleja. No se pasa de la paz a la guerra, sin más. Sus causas inmediatas, detonantes, son complicadas en cada una de ellas. Pero hay elementos que hacen que siempre se parezcan: la brutal desigualdad que sufrimos en el mundo, intereses étnicos, de fronteras, religiosos, etc. más o menos obscenos, que se justifican de una y mil maneras. Pero siempre se destruye la dignidad del contrario y sus derechos; la ambición de cualquier tipo se desata y la deshumanización toma el mando.
Actualmente, las guerras protegen más a los ejércitos que, a la población civil, ésta es la más agredida. Y dentro de la población civil las mujeres, la infancia y las personas mayores, son quienes más sufren, no sólo por las armas sino por el desabastecimiento de agua y alimentos, medicamentos y destrucción de los Sistemas de Salud. Por si esto fuera poco, con frecuencia, las mujeres y niñas, son instrumentos de guerra mediante la violencia sexual.
Un debate siempre controvertido e inacabado es el de Guerra Justa, Guerra Legítima, el derecho a la rebelión frente a la tiranía. Y un axioma que se repite: “la violencia produce peores efectos, que el mismo mal que lo causó”. Reconozco mi incapacidad para encajar este punto. Pero sí anotar las Condiciones que en su mayoría recoge el Derecho Internacional, y algunas personas expertas en estos temas, señalan a la hora de responder a una agresión: último recurso, autoridad legítima, causa justa (= legítima defensa, guerra disuasiva, guerra preventiva), intención recta, posibilidad de éxito, proporcionalidad, mínima cantidad de víctimas, métodos adecuados, discriminación entre combatientes y no combatientes, exclusión de objetivos (hospitales, monumentos, templos…), trato humano a los prisioneros, prohibición del castigo colectivo e indiscriminado, establecimiento de un Tribunal Penal y de un régimen justo en la postguerra.
OTRAS FORMAS DE VIOLENCIA NOS ALEJAN DE LA PAZ
Hay una y principal causa que desata formas de violencia: La violación de la justicia. Ésta acarrea tensión social, deteriora la convivencia, interfiere en la cohesión social, porque deteriora las relaciones sociales, e incluso puede interrumpir las relaciones humanas. Las prácticas injustas, de cualquier tipo, llevan a rebajar, e incluso a la exclusión, del otro. Seguido de esas prácticas es muy probable que se despierten formas violentas. Si a la exclusión del otro le añadimos los prejuicios, el resultado es demoledor. El diálogo es el gran instrumento de relación que poseemos los seres humanos, implica respeto al otro. No recuerdo quien escribía: “Las personas se entienden hablando. Y cuando ya no se entienden se embrutecen”.
La cultura de la violencia alimenta la espiral de violencia. Esta cultura se nos cuela, casi sin darnos cuenta, y se hace realidad en mítines de ciertos partidos, en debates parlamentarios, programas en diversos medios, en las redes sociales, en el deporte, en ambientes escolares, espacios de fiesta, y más… Por su importancia debería ser tema prioritario en la educación de los jóvenes, pero no parece que se esté abordando con la suficiente implicación de la Comunidad Educativa.
La violencia contra la mujer produce vértigo, feminicidios que la sociedad no logra eliminar o, al menos, doblegar su curva. Las cifras son insoportables, pero pareciera que nos estamos acostumbrando. Me pregunto si es porque esa mayoría de hombres inocentes no terminan de descubrir su gravedad y no pasan a luchar en su contra, desde las primeras filas de la sociedad.
ESPERANZA ACTIVA FRENTE A RESIGNACIÓN
En el corazón de la sociedad sigue instalada la respuesta no violenta, frente a las injusticias, desmanes, horrores. Greta Thunberg y el movimiento impulsado por ella, y otros muchos, contra el cambio climático, las múltiples manifestaciones por vivienda digna (acampada incluida), contra el genocidio en Gaza, el no a la guerra, la “ III Marcha Mundial por la Paz y la NOviolencia” iniciada en Vallecas el 2 de octubre, las luchas sindicales, los movimientos sociales, vecinales, la lucha por una cultura de paz, las defensoras y defensores de DDHH crecientes en el mundo, a pesar de persecuciones, encarcelamientos y torturas, la cultura de cuidados que va emergiendo en la conciencia, el feminismo y otros tantos fenómenos sociales, que son alternativos a la violencia como respuesta, nos señalan el camino.
De nuevo quiero citar a Byung-Chul Man, para entre todos buscar y poner a funcionar propuestas éticas que nos lleven por rutas de paz:
“La esperanza es camino, movimiento de búsqueda, es activa y entusiasta. La esperanza tiene presente las negatividades de la vida. Y no aísla a las personas, sino que las vincula y reconcilia. El sujeto de la esperanza es el NOSOTROS.”
Adriana Sarriés y Francisco Catalán ---- Verapaz, noviembre 2024
Me permito invitaros, desde esta web, a la Jornada de Derechos Humanos, que celebraremos el día 30 de noviembre. Buena ocasión para continuar buscando propuestas éticas para la paz. Tienes más información del Encuentro en este enlace que te comparto.
Adriana Sarriés