Este fue el tema tratado en el VIII Encuentro de Derechos Humanos organizado por la Comisión de DD. HH. de Acción Verapaz. Cada año se celebra este Encuentro en la proximidad de la fecha en que la Asamblea de las Naciones Unidas hizo su Declaración de Derechos Humanos, el 10 de diciembre de 1948.
Si por Derechos Humanos entendemos aquellas facultades o valores que corresponden a toda persona para la garantía de una vida digna, disponer de una vivienda constituye uno de esos derechos. Así lo reconocen la Declaración de las Naciones Unidas y el artículo 47 de la Constitución Española, pues carecer de un techo supone para una persona y una familia, una merma en sus posibilidades de vida digna.
Ocurre que del dicho al hecho siempre hay un trecho, que se manifiesta en la dificultad de conseguir este derecho por parte de muchas personas, jóvenes y no jóvenes y en la multiplicación de las manifestaciones para reivindicar una vivienda digna. Los eslóganes que en ellas se oyen muestran a las claras lo que se denuncia y reivindica: “¡Terrorismo inmobiliario, no!”; “Gente sin casa, casas sin gente”; “Seguimos sin techo ni derecho, hipotecados, endeudados o dejándonos la mayor parte del sueldo en el alquiler”.
Las razones de este desfase entre proclamación del derecho y su realización práctica son múltiples, pero la fundamental es un sistema que promueve la búsqueda del máximo beneficio a costa de todo y de todos, que, como el rey Midas, busca extraer oro de todo, hasta de las necesidades de las personas.
Para ver la importancia y legitimidad de la reivindicación de este Derecho a la vivienda podemos empezar haciéndonos eco de lo que evoca para nosotros la palabra ‘casa’:
- La casa es lugar de encuentro y de acogida. Casa sugiere confidencia, ternura, bondad, encuentro. En casa siempre somos esperados… Se trata de algunas de las experiencias más dichosas que las personas vivimos.
- La casa evoca seguridad y protección. La casa te guarda, te protege de las adversidades del exterior: del agua, del frío, del calor… En la casa nos sentimos a salvo.
- La casa es el lugar donde crecemos y maduramos como personas. La casa es testigo y compañera de nuestros pasos y de nuestro ser itinerante.
- Una casa se construye en atención a los demás, evoca una familia. La casa tiene poder de integración, de convocatoria. Un hombre sin casa es un ser disperso y perdido.
- La casa evoca de manera muy particular el amor fraterno. Construyen la casa los que en ella viven, los que en ella dialogan, los que en ella lloran, los que en ella ríen, los que en ella discuten, los que en ella se quieren… Cada casa tiene el alma y el espíritu de quien habita en ella. La casa rezuma lo que en ella se ha vivido: nacimientos, despedidas, vivencias personales y colectivas de sus moradores. Cada casa tiene su propia historia.
- La casa es hogar para compartir. En la casa se comparten horas de dicha y de tristeza. Es espacio privilegiado de celebración. Se comparte el descanso; la casa es como una inmensa cuna que nos sostiene, que nos da reposo. ¡Por fin estoy en casa!, decimos. Descansamos al entrar en ella.
- La casa es lugar para el cultivo de la interioridad. La casa favorece el silencio, el pensamiento, la escucha… Sólo se dan los ruidos que tú metas en ella, o que tú utilices en ella.
- La casa es el lugar donde eres tú mismo, sin disimulos, sin caretas, sin importarte las apariencias, el qué dirán. En casa ‘andas tranquilamente en zapatillas’, no importa lo exterior, el ‘ser otro’.
- La casa te pide que la cuides, que la limpies, que la trates bien, pero te da… todo el poder sobre ella, te nombra su dueño. Tú dispones de la llave para entrar y salir, para abrir y cerrar, y para compartirla con quien tú eliges y quieres.
- Hay casas individuales, aisladas… pero lo normal es estar adosado, rodeado de vecinos… arriba, abajo, puerta con puerta. Tener una casa es sentirse acompañado. Tener la seguridad de que el otro y tú estáis ahí,… cerca… para lo que necesitéis, para lo que os pidáis…
- Una casa es símbolo de permanencia. Normalmente una casa es para toda la vida, no es algo cambiable, pasajero. De ahí que, con el tiempo, acabe siendo algo muy tuyo.
Por esto, tener una casa es esencial para la persona. Por esto, el derecho a la vivienda es un derecho humano fundamental y para hacerlo realidad nos parecen importantes las siguientes propuestas:
- Apostar por nuevas tipologías de viviendas, para adaptar la oferta a los cambios en las estructuras familiares.
- Frente a la subida de los precios la alternativa sería las subvenciones a las rentas.
- Crear un parque público de vivienda en alquiler social atractivo para los ciudadanos. Un parque de alquiler estable, seguro y accesible a las necesidades contribuirá con el tiempo a facilitar el cambio de la propiedad al alquiler.
- Incrementar el gasto público destinado a vivienda.
- Aumentar las viviendas de promoción pública y la vivienda protegida en alquiler.
- Crear registros públicos de demandantes de vivienda.
- Eliminar el apoyo fiscal a la compra o igualar ese apoyo a los inquilinos.
- Caminar hacia la concertación entre los diferentes actores implicados.
- Conseguir con efectividad que se pueda hacer el proceso de cambio de un alojamiento temporal a un alojamiento estable, con intervenciones integrales y en red.
En definitiva se impone la necesidad de alojamientos estables, adecuados y accesibles para dar respuesta al derecho de una vivienda digna para todos los ciudadanos.
Dulce Carrera y José Antonio Lobo
ACCIÓN VERAPAZ
Noviembre 2007