De nuevo el tema de la MUJER , ¿por dónde empezamos? ¿por las más olvidadas que son generalmente las más pobres? ¿ por las menos pobres pero con vidas difíciles? ¿por las de este primer mundo, de distintas clases sociales, con problemas y desafíos diversos? ¡Vaya lío para tan poco espacio!
Daré rienda suelta a pensamientos y reflexiones, lo haré desordenadamente pero no importa. Dejo a quienes lo lean la oportunidad de darle mayor coherencia, cronología, poder discrepar o compartirlo.
Primer pensamiento: Las mujeres no somos iguales ni pensamos de la misma manera , somos diferentes, con ideas y proyectos distintos. Y no sólo porque vivimos en sociedades y culturas muy diversas.
No somos un gremio ni una organización homogénea. Somos seres humanos con modos de pensar y de ser diferentes. ¿Cuál debería ser nuestro denominador común? La libertad de poder elegir en cada lugar, en cada país, con la misma libertad y los mismos condicionamientos que lo hacen los hombres de esos lugares, de esos países.
Segundo pensamiento: La lucha de muchas mujeres por la mera supervivencia no invalida lo anterior. Es cierto que los márgenes de libertad se estrechan o se reducen a lo mínimo cuanto peores son las condiciones (pobreza, conflictos armados, etc.) pero esos márgenes son muy inferiores en las mujeres y más “holgados” para los hombres.
No dirijo esta reflexión hacia las mujeres esclavizadas en cualquiera de sus formas. Estos casos extremos, hombres y mujeres, padecen el robo de su libertad.
Tercer pensamiento: Observo cambios en el feminismo: tuvo en el pasado, especialmente en los años 70 unas prioridades: las luchas por los derechos civiles. Éstos no se dan por zanjados, continúan siendo objeto de esfuerzos prioritarios en muchos países y no debemos abandonarlos en nuestro país. No está todo logrado. También era un signo frecuente la “satanización” del hombre. Actualmente, en el llamado primer mundo, se plantean otros temas: la independencia económica, la igualdad salarial, el desarrollo de la vida profesional, la conjugación de vida familiar y profesional, que maternidad y/o casamiento sean elecciones libres y no “valores” impuestos. Y se expresa con mayor frecuencia el deseo de incorporar en estos desafíos a los hombres, la intención de sumar su trabajo al nuestro.
Hoy el feminismo es diverso, ha evolucionado, pero persiste un elemento común: la autonomía de la mujer, su derecho a decidir, en definitiva la igualdad.
Cuarto y último pensamiento: A casi nadie se le escapa que en la Iglesia Católica el tema de la Mujer es un escándalo, que el tratamiento que nos da es hiriente. La discriminación que sufrimos en su sistema jurídico y en su práctica (cultura autoritaria y dogmática) es inadmisible. Y tampoco ninguna otra religión es modélica en lo referente a igualdad.
Es cierto que con el nuevo Papa crecen las expectativas, recientemente ha manifestado que es un tema que forma parte de sus prioridades. Demos tiempo y veamos. Es una asignatura no sólo pendiente sino urgente.
Desde aquí Verapaz no sólo felicita a las mujeres, nos anima a seguir en la reflexión, el debate y la acción por una/s sociedad/es de iguales.
Adriana Sarriés
Madrid, marzo de 2015