Decimos que alguien tiene coraje o que es valiente cuando tiene fuerza de voluntad para llevar adelante lo que se ha propuesto a pesar de los impedimentos. Y ese mismo coraje es el que hace que nos sobrepongamos a muchos inconvenientes, que nuestra vida se expanda en lugar de achicarse cuando algo no sale como esperábamos. El coraje es mucho más que la ausencia de miedo, es sobre todo la capacidad de pensar, hablar y actuar a pesar de…
A punto de empezar un año nuevo le he dado vueltas a este tema, y no sólo al coraje de quienes llamamos héroes sino al de personas que nos rodean, gentes sin fama ni reconocimientos especiales. He descubierto que he tenido la gran suerte de conocer, tratar y querer a muchas gentes que son valientes y lo son en los actos de la vida cotidiana, valientes en cantidad de hechos, sólo hay que observar y querer ver… Y os aseguro que descubrir la valentía a mi alrededor me anima a reproducirla.
¿Y a qué viene todo esto? Pues muy sencillo: le he dado vueltas a la importancia que tiene el coraje por la historia de un cura mexicano llamado Alejandro Solalinde que es un valiente reconocido y que fue nominado al Premio Nobel de la Paz de 2017. El Padre Solalinde ayuda a las personas migrantes en su paso hacia Estados Unidos, les proporciona comida y descanso, respeto y orientación jurídica. Y lo hace en un albergue llamado “Hermanos en el Camino” que inició hace unos diez años. Sabe que la mayoría de las personas que pasan por el albergue sufrirán la explotación, quizá el secuestro y otras formas de violencia. Sabe que las mujeres sufrirán particularmente, sobre todo violencia sexual. Cada día vive dramas de todo tipo pero dice con coraje cosas como éstas: “Si Donald Trump está yendo con todo, yo seguiré defendiendo con todo a las personas migrantes” “Hay una confrontación entre lo que deja ver Donald Trump de xenofobia, racismo y discriminación y los valores que defienden los defensores de Derechos Humanos”.
Pero Solalinde es un hombre muy amenazado, el mismo dice que muchos lo quieren muerto. Ha sido detenido en dos ocasiones. Y cuando se le pregunta si tiene miedo responde que hay sentimientos más fuertes que el miedo, como por ejemplo el amor. Pasó por Madrid hace poco y con una sencillez aplastante nos decía cosas como ésta: “ Aquí no es fácil trabajar por los Derechos Humanos, le echáis mucho coraje. A mí me ha tocado esa realidad y no puedo ni quiero abandonarla. Pero vosotros me protejéis”.
Mi admiración y reconocimiento al Padre Solalinde y a tanta gente valiente que de mil modos trabajan por mejorar la realidad venciendo dificultades. Os deseo un 2018 valiente.
Adriana Sarriés
Diciembre, 2017