La situación para quienes viven en Myanmar se vuelve cada día más caótica. La jornada de violencia que viven en la antigua Birmania no para, y parte de su población huye, hacia países fronterizos ante el aumento de la represión.
El panorama es alarmante, sobre todo para las Hermanas Dominicas situadas en Yangon donde nos informan la situación que viven en el convento que ha estado controlada por los militares desde el 14 de marzo. Las hermanas no pueden salir de casa. Dos veces por semana (a las 6,00 h.), una hermana con una aspirante va al mercado cercano para comprar alimentos. El Internet móvil se ha cortado y la conexión Wi-Fi en Yangon es muy limitada. Las de Yangon pueden comunicarse con las Hermanas de Loikaw por teléfono.
Las protestas en la calle pidiendo el restablecimiento del gobierno civil continúan día y noche y ya han cobrado muchas víctimas porque las fuerzas de seguridad han tomado medidas violentas, abriendo fuego contra manifestantes desarmados; están matando o hiriendo a su propia gente.
El 13 de marzo, el cardenal de Yangon se reunió con los superiores mayores religiosos en Myanmar. En esta reunión el Cardenal hizo eco de la preocupación del Santo Padre por la situación del país. Comentó también sobre las consecuencias que el pueblo está viviendo desde el comienzo del golpe de estado. Hay más de 1.600 oficiales del partido democrático (NLD) detenidos por el grupo militar. Pide a la comunidad internacional que ayude a Myanmar durante estos tiempos de ansiedad y sufrimiento.
La lucha por la democracia del pueblo está lejos de terminar. Nadie sabe qué pasaría después. Las fuerzas armadas están decididas a tomar el control de todo el país.