Son las bellas palabras que nuestro Pastor, Mons. Jesús Castro Marte, pronunció con fuerza en la celebración de la solemnidad a la Santísima Cruz. Transcribimos parte de su homilía: “… tienen una devoción muy rica y muy tradicional… hay muchas cruces que tenemos que superar… una de ellas es la gran cruz que está sufriendo El Seybo a nivel de los campesinos. Yo creo en las leyes, creo en la estructura, que lo ajeno no se puede tocar pero también hay miles de campesinos cuyo color forma parte de la tierra por el tiempo que están cultivando la tierra. Hago un llamado especial a las autoridades, a las asociaciones, que traten de buscar una solución buena y viable a los campesinos. Que si legalmente forman parte y tienen el tiempo en esta tierra, no maltraten la dignidad y la justicia de tantos campesinos que trabajan la tierra en este lugar y están partiendo de la legalidad porque no estoy de acuerdo con el desorden. Partiendo de la legalidad, el tiempo que están en la tierra tengan cuenta las autoridades, las asociaciones, porque son seres humanos que han cultivado la tierra. Que el machete, que los árboles, que la yuca, que el maíz, que el plátano, que el cacao ha formado parte integral de su vida. A muchos le sobra y otros simplemente viven de lo que les cae, de las migajas de la mesa de los amos. Y, a veces, los amos tienen muchos poderes. Yo pienso que un poquito de conversión y un poquito de Dios, que estos campesinos que están en el campo legal, tienen tiempo, sean sensibles y busquemos la solución viable para esta situación…”.
Mons. Jesús Castro toma el testigo del primer obispo de esta joven diócesis, Mons. Juan Félix Pepén, el cual escribió la carta pastoral “El problema agrario y sus soluciones”. Tomamos esta carta por la gran fuerza que tiene a pesar de haber sido escrita hace más de 50 años. Comienza diciendo cómo a la Iglesia le preocupa la suerte económica de nuestros campesinos, porque quien carece de lo necesario para una vida digna, de ordinario no está en condiciones de ser un buen cristiano”. Es cierto: a Jesús de Nazareth le dolía ver a tantas personas que no tenían qué comer y por eso multiplica los panes y los peces para que nadie pasara hambre.
Todavía los “Peregrinos de El Seybo” siguen esperando con paciencia la tierra de la cual se les sacó violentamente hace tres años, destruyendo sus casas y cultivos, padeciendo torturas y apresamientos y la muerte violenta del niño Carlitos. El pasado día 1 de mayo recorrieron la avenida principal “Manuela Díez” reclamando su derecho a la tierra a la vez que, ataviados con azadas y machetes, simulaban su trabajo en el asfalto por la falta de tierra. Fueron escuchados atentamente por la Gobernadora, Irene Martínez, la cual ha apoyado siempre y se comprometió a dar seguimiento a su lucha.
El equipo de Radio Seybo ha reflexionado sobre el problema de la tierra y siempre concluye en la imperiosa necesidad y el sueño de una tierra repartida y compartida porque como decía Mons. Pepén: “el monocultivo asfixiante que ha trastornado totalmente la vida social y económica de esta región. El mal uso de la tierra, usada extensivamente contra todos los principios de la técnica agrícola y de la comunidad social” son injusticias que claman al cielo.
Nos pueden tildar de instigadores de las invasiones hacia la propiedad privada pero nunca más lejos de la realidad. Lo que hacemos es seguir el Concilio Vaticano II en cuya encíclica Gaudium et Spes (nº 71) precisa el concepto de propiedad privada de esta manera: “la propiedad privada tiene también por su misma naturaleza una función social que se funda en la ley del destino común de los bienes. Cuando esta índole social es olvidada, la propiedad fácilmente se convierte en múltiple tentación de ambiciones y graves desórdenes, de manera que se da pretexto a sus impugnadores para poner en tela de juicio el mismo derecho”.
Por tanto, el Bien Común siempre está por encima de toda propiedad privada. Y Bien Común es todo aquello que favorece una vida digna para todas las personas, en especial para los preferidos de Jesús, de aquellos que nuestra sociedad deja al borde del camino.
Subrayamos y nos unimos a las palabras de Mons. Pepén: “teniendo a la vista la situación concreta de nuestro agro, insistimos en algo de importancia vital: campesino dominicano, no luches solo, así quedarías indefenso. Únete a tu hermano campesino en sindicatos o ligas y entrégate a una acción que ha de liberarte de las trabas que se oponen a tu progreso”. En este sentido todas las asociaciones campesinas de la provincia de El Seybo y de la región oriental se están reuniendo para formar una coordinadora que haga posible una unión duradera y que la lucha por la tierra tenga más fuerza.
El papa Francisco nos inspira: en un discurso en julio de 2015, en su visita a Bolivia, señalaba: «La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo: “las famosas tres T”: Tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas. Son derechos sagrados. Vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra».
Seguimos soñando despiertos, nos mueve la utopía del Reino y lucharemos para que se cumpla la voluntad de Dios que movió desde siempre a las personas: la tierra prometida, la tierra que Dios da en herencia a sus hijos para que mane leche y miel.