Reflexiones del misionero dominico Miguel Ángel Gullón desde la Comunidad Mata de Palma en República Dominicana
“Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares” (Sal 126, 5)
Siempre hay una luz preñada de esperanza y alegría después de un tiempo de penuria donde todo deja de tener sentido. La perseverancia en la lucha, la resiliencia frente a la adversidad y el optimismo ante el fatalismo son las mejores actitudes que alientan a las personas y Comunidades de todos los tiempos. Sólo quienes tienen la mirada más allá de sí mismos poniendo como horizonte a los otros viven la alegría del encuentro y de la fraternidad. Y si este camino de la vida se transita sabiéndose acompañado por el aliento de Dios todo cambia significativamente pues es un gran gozo sentirse amados por él como dice el profeta Sofonías: “El Señor, tu Dios, está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta” (So 3, 17).
De esta perseverancia saben bien los preferidos de Jesús que esperan pacientemente, aunque con todos los sentidos alerta, sabiendo cuándo y cómo Dios se manifiesta a través de las personas y la naturaleza en las diferentes etapas de la historia. Durante este tiempo de pandemia han renacido valores y se han desempolvado virtudes que el vertiginoso ritmo de vida tenía apagados: la gratuidad, la tolerancia, el respeto, etc., están retomando el protagonismo perdido gracias al ensanchamiento del corazón de las personas que buscan horizontes de nueva humanidad. No es fácil, cierto, pero tampoco imposible por lo que es necesario recordar -pasar por el corazón- a quienes encendieron y mantuvieron la llama de la utopía que guía siempre en la construcción de un mundo más fraterno.
Dentro de los preferidos de Jesús están los campesinos que aman la tierra y la cuidan como a sí mismos, que han heredado de generación en generación no sólo su parcela sino también el arte de la siembra, la recolección, etc., que se hincan al sembrar la semilla, piden la lluvia y dan gracias a Dios por cada cosecha. Las Comunidades seibanas de Mata de Palma se unieron conformando la Asociación “Valle de Bendición”. Todos recuerdan las lágrimas de los inicios, sobre todo la rabia e impotencia cuando los tractores del grupo Vicini destruyeron sus sembradíos pero supieron defenderse y enfrentarse a estos poderosos. Tuvieron como lema las palabras de la niña Dangelyn, “no nos dejemos vencer”, y de ahí sacaron fuerzas de flaqueza para lidiar con cada dificultas que se presentaba. El Gobierno escuchó el clamor y les entregó la tierra que les había sido usurpada. Los socios celebran cada 10 de diciembre esta alegría compartiendo los hermosos frutos de la tierra con cantares que expresan el agradecimiento al Dios de la vida. Y lo más bonito es que se unen campesinos de otros lugares para entablar lazos de amistad y fortalecer la unión tan necesaria.
En la celebración de este año fue muy bonita una representación de un grupo de niños que escenificaron las tareas del campo diciendo: “Trabajando, trabajando, pasamos la vida entera. Abrimos con nuestras manos los surcos de nuestra tierra. Las cosechas se levantan como un grito de nuestro suelo. Campesino, campesino, ya nace el poder del pueblo. El sol, la tierra y el agua son las armas de un campesino que siempre cosecha el futuro de nuestros hijos. Cambiaremos nuestra suerte si unimos todos las fuerzas. Despierta, hermano, despierta. defendamos y sembremos nuestra tierra”. De esta forma se cumplen los deseos de Mons. Juan Félix Pepén que en su Carta Pastoral “Sobre el problema agrario y sus soluciones” del año 1969 decía: “campesino dominicano no luches solo, así quedarás indefenso. Únete a tu hermano campesino en uniones, sindicatos o ligas y entrégate a una acción que ha de liberarte de las trabas que se oponen a tu progreso”.