Les compartimos una bonita historia que nos trae nuestro colaborador Rafael Marco sobre Gilles, conocido como el "Tío Gilles" en Niamey, Níger. Un ejemplo e inspiración para quienes no se conforman con el sufrimiento que llevan a cuestas muchas personas, a las que podríamos hacerles más llevadera su existencia.
Esperemos que os guste.
Gilles es un personaje especial. Es periodista pero la mayor parte de su tiempo lo pasa con los niños de la calle de Niamey. En ello está dedicando su vida entera, a esos niños, víctimas de la violencia de la guerra, de la familia o de la sociedad, de la explotación… Gilles vivió una experiencia similar; su padre le pegaba casi todos los días lo mismo que a su madre que salía en su defensa, por ello se fue de casa a la aventura cuando apenas tenía trece años.
Hoy visita casi todas las noches a los niños de la calle de la ciudad, se reúne con ellos, les saluda, charla con ellos de mil cosas, les aporta alguna ayuda y suele ser su defensor y abogado ante la policía. Creó un hogar de acogida: “Foyer tonton Gilles” (“Hogar del tio Gilles”) que hoy acoge a una quincena de niños, desde los cuatro años hasta los veinte más o menos, que viene funcionando desde hace quince años. Viven en una casa de alquiler en condiciones bastante someras, pero dignas, formando una familia de lo más heterogénea.
He visitado varias veces este hogar y he hablado largamente con Gilles. Me habló de su experiencia personal, lo que sufrió, pero también del apoyo de una persona que supo acogerle y hacer las funciones de padre con cariño y paciencia, que es lo que ahora intenta transmitir a los niños que viven con él. Gilles andará por los 40 años. Tiene un sueldo de periodista y recibe alguna ayuda ocasional de las charlas que da de vez en cuando o de alguna persona de buena voluntad. Pasa tres noches por semana visitando los grupos de niños y adolescentes de la ciudad y organiza el hogar con su mujer y los niños como si una comunidad se tratase.
Son varios los jóvenes, me habla de más de 20, que han pasado por el centro y que hoy se han situado en la sociedad, han encontrado un trabajo, se han casado… se han independizado. Es su orgullo, me dice.
A un momento dado estuve preparándome para instalarme con él, me tentaba colaborar en su proyecto al mismo tiempo que podía seguir trabajando en una parroquia de la ciudad cuando me llegó el nombramiento de Dosso, pero sigo colaborando con él desde la distancia. Si se pudiera hacer algo así en Dosso… Ahora me escribe contándome cosas de su gran familia que creo que merece la pena que conozcáis.
Dosso, 21 de febrero de 2022
Buenos días Padre.
Unas pocas palabras para darle noticias nuestras y agradecer su apoyo en todos los sentidos.
La semana pasada con los niños de la calle organizamos una campaña de limpieza en un terreno cerca de nuestro hogar y allí nos presentamos con machetes, rastrillos y escobas para cortar, recoger, barrer y quemar todo lo que podía arder en los escombros que recogimos. Trabajamos durante un par de días y aquello se quedó limpio como los chorros del oro, niquel. Y durante esos dos días los niños se sintieron útiles e importantes para sí mismos y para la sociedad en los que se olvidaron del pegamento y la violencia.
Dos días de trabajo importantes de limpieza para los niños sin tener que hurtar alimentos porque había de qué comer tanto por la mañana, a mediodía y por la noche y aún se pudieron llevar a casa algún dinerillo que seguramente entregarían a sus madres orgullosos.
Gilles con el equipo de niños de la calle
Fueron momentos fuertes y profundos que compartí con los niños la semana pasada. En el grupo, una quincena, había malienses, emigrantes con sus madres y hermanos huyendo de la guerra que prometieron llevar a sus madres lo que les pagaron por el trabajo realizado antes de volver a la calle a ocuparse de sus asuntos de niños de la calle.
Es lo que te puedo contar hoy para que sepas de nosotros y agradecer tu colaboración indefectible.
Gilles y los niños de Niamey
Y aquí tienes a dos niños, Yakubu, el de la izquierda y Bubena el de la derecha de la foto que van a regresar a sus casas el 22 de febrero próximo después de haber pasado 3 y 4 años de sufrimiento y violencia en las calles de Niamey sin techo ni seguridad, abandonados a ellos mismos. Habían llegado en busca de fortuna haciendo cosillas y soñando con El Dorado. Han estado con nosotros en el hogar durante un mes después de haberlos contactado en varias ocasiones antes de decidirse a venir a nuestro hogar; así decidieron dejar la calle y luego regresar con sus familias y olvidar el calvario de la ciudad lejos de los suyos y durante años. Van a regresar a Malanville y Gaya. Una alegría enorme para mí.
Gilles