SI TÚ LO QUIERES Y CREES QUE MERECE LA PENA,
VAMOS A COMENZAR
Segundo Encuentro del Curso de Voluntariado 2022
Otro fin de semana más en la hospedería de las Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote en que no podemos pisar el bello jardín que la rodea: cielo gris y nubes acuciantes. Aunque, ciertamente, la lluvia de este fin semana sirve de metáfora para el encuentro: abundante, necesaria, reparadora. El cobijo necesario lo encontramos en el buen hacer de nuestros guías Gema, Alán y Juan Manuel y, por supuesto, en los testimonios de los distintos voluntarios, cuyas experiencias avivaron el calor de una hoguera que, sesión tras sesión, mantenemos viva entre todos.
La mañana del sábado comenzó con la intervención de Francisco Javier Martínez Contreras, profesor de Ética de la Universidad de Deusto y voluntario en Verapaz, desde largo tiempo atrás, según nos contaba. En nuestro proceso de formación, su intervención resultó ser un pilar fundamental, un aporte del conocimiento necesario a nivel histórico-político para comprender algo mejor qué son los Derechos Humanos, sus bases, sus postulados y la necesidad de su implantación a la luz de las distintas realidades y en distintas partes del mundo. Apeló en su intervención a nuestro sentido común: descubrimos la importancia de entender un lenguaje que nos atañe a todos y que ha de ser una de las principales herramientas para el cambio.
Por la tarde nos visitaron Jesús Sánchez-Vera y Theia Garzás. Ambos habían realizado el curso de formación que hoy nos ocupa y venían a mostrarnos los frutos, con una sonrisa ilusionada. Jesús nos contó, firme y enérgico, su experiencia –entre otras– en Camerún, especialmente acompañando la misión impulsada por la Congregación Santo Domingo. Su testimonio nos ayudó a comprender cómo la experiencia consiste, esencialmente, en intentar mejorar por todos los medios posibles –y aunque no los hubiere– otras realidades menos favorecidas. En su caso, encerrándose durante días para reparar el mecanismo de la bomba de agua que abastecía a aquella población. Por su parte, Theia, en un tono que se prestaba al diálogo y a la puesta en común –hicimos muchas preguntas– nos explicó cómo vivió su misión en Cuba, también acompañando la labor de las hermanas dominicas. En su caso, ofreció los recursos de los que disponía y los aumentó con buena disposición y grandes dosis de creatividad: ayudó en la formación de los niños, con clases de danza y música, a través de dinámicas que les fueran estimulantes y, sobre todo, que siguieran configurando el carácter de familia que alimenta el carisma dominicano.
Durante la sesión de la tarde visionamos la película También la Lluvia (2010), de Icíar Bollaín. En ella se narra, como telón de fondo, el relato histórico de la defensa de los derechos de los indígenas impulsada por los dominicos en América y encarnada en las figuras de fray Antonio de Montesinos y fray Bartolomé de las Casas. Este marco nos permitía trazar un fuerte paralelismo con la verdadera trama de la película: la Guerra del Agua que vivió Bolivia en el año 2000. La exposición del problema a través de una cuidadosa caracterización de los personajes nos hizo comprender mejor cómo el valor, la entrega y el afán de justicia y verdad juegan en cada corazón un papel fundamental, que también influye en la vida y en el bienestar de los que nos rodean. Las emociones que nos despertó nutrieron una larga charla después de la cena, donde todos pudimos teorizar, compartir impresiones y completar significados, a favor de un aprendizaje en común, que siga impulsando nuestras ganas de cambiar el mundo.
La mañana del domingo recibimos la visita de Juan Pablo, también voluntario de Verapaz. En su presentación, cuidada tanto en lo estético como en su trasfondo, nos habló sobre la vulnerabilidad. Juan Pablo nos invitó a viajar a nuestra propia interioridad: solo entendiendo nuestros propios límites y debilidades y abrigándolos, podremos ser permeables, y estar disponibles para las necesidades de los demás. Es curando nuestra herida cuando aprendemos a curar la de los otros, es comprendiendo nuestra propia humanidad, que entendemos el corazón del hermano. Además, su experiencia personal como venezolano en España, nos sirvió como ejemplo de superación, de una mirada hacia adelante impulsada por una conciencia común que busca la realización como persona mejorando, por el camino, la vida de los que nos encontramos a nuestro paso.
Como colofón a este emocionante fin de semana, pudimos escuchar el testimonio de Paco Catalán y Adriana Sarriés, amigos y colaboradores de Verapaz, casi desde sus inicios. Ver la energía y la ilusión que imprimían en sus palabras, mantenida con alegría y servicio durante tantos años, creó en nosotros un efecto trampolín: la lucha es posible desde cualquier rincón y mantenerse fuerte, fiel al objetivo, fiel a las personas, en esencial a la hora de cumplir objetivos. Nos contaron su experiencia, en este caso, como activistas –como les gusta reconocerse– de Amnistía Internacional en Vallecas. A través de distintas actividades y propuestas, que también impulsan desde su parroquia, mejoran, no sólo la vida de su barrio, sino de los que más lo necesitan en cualquier punto del planeta. En su ejemplo de entrega subyace una idea fundamental: la misión es aquí y ahora, en cualquier lugar donde nuestras manos sean útiles y nuestra voz pueda transformar la realidad, cuando es injusta.
Esta sesión es la última en que nos reunimos en la hospedería de las Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote, la echaremos de menos porque nos hemos sentido como en casa, tanto por la calidez del espacio como por la hospitalidad de las hermanas. Así, como humilde homenaje a su buen hacer, cerramos esta crónica citando a su fundador, el Padre Juan: si Tú lo quieres y crees que merece la pena, vamos a comenzar.
Clara Andreu