Este martes pasado, iniciamos las actividades de ayuda a los niños deficientes visuales, y ha consistido en acompañarles a la escuela y procurarles, durante su descanso de mediodía, la comida preparada por Zara, una viuda encantadora, y después de la comida esperar el final de las clases para devolverlos a sus casas en una motos-triciclos taxis.
Era el primer día, y en general, todo funcionó bastante bien a pesar de alguna dificultad, sobre todo para dar con los niños que no se encontraban en los lugares acordados o llegaban con retraso y había que buscarlos dando la vuelta a la manzana o esperarlos y ya tuvimos que tomar algunas medidas para que no se repitiesen tales inconvenientes.
Antes ya de mediodía, el banquete estaba preparado y todos los niños comieron a saciedad, hubo alguna niña que repitió hasta tres veces, y algunas, las mayores, que ayunaban por ser tiempo de Ramadan, se llevaron la comida a casa. La señora que se ocupa de ellos hasta el reinicio de las clases lo hizo de maravilla a pesar de ser la primera vez acompañada de la directora de la escuela que hablaba con ellos, les animaba o les tomaba el pelo para que se sintiesen en confianza.
La verdad es que es emocionante ver a estos niños, temerosos y retraídos, relajarse de repente, sentirse a gusto, reírse a carcajadas olvidando por un momento sus minusvalías. Es fabuloso y ese es nuestro objetivo, es la misión que se nos encomienda: hacer surgir la alegría, la felicidad en el rostro de estos niños, que se sientan acompañados, queridos y apreciados en su justo valor, que no es lo que suelen encontrar durante el día, y que la sociedad los reconozca y aprecie.
Esto es lo que nos toca hacer todas las mañanas bien temprano, antes de salir el sol. Verlos sonreír nos ilumina el día porque no hay maravilla mayor que su sonrisa y compartir sus emociones, sus alegrías, su mundo increíble y nada nos impedirá, a no ser algún percance involuntario y grave, levantarnos todas las mañanas e ir a su encuentro.
Que Dios continúe dándonos su fuerza, su sabiduría y la vocación necesaria, vocación de amor por estos niños que son los que más lo necesitan; como nosotros también tienen el derecho de divertirse, de ser felices y de sentir el amor a su alrededor. Mientras podamos nunca les faltará nuestro apoyo y cariño. Y estoy seguro de que Dios nos ayudará y nos enviará su Espíritu para que sepamos hacerlo bien, cada vez mejor, para verlos con el rostro iluminado y felices. Es que son adorables, un encanto de niños.
Dieudonné y Rafael Marco