Os mostramos la crónica y algunas fotos del círculo del silencio, del pasado 2 de febrero en Vigo; encuentros en los que participa la Delegación de Vigo, junto a la Rede Social Galicia Sur
Todos los años, por estas fechas, se conmemora en todo el mundo el Día de la Paz y la No Violencia, para recordar el asesinato de Gandhi un 30 de enero. Y nosotras, que nos queremos unir hoy a esta conmemoración, no podemos evitar sentir cierta vergüenza, impotencia y algo de rabia al servirnos de una palabra que, como nos recordaba en su poema Uxío Novoneyra, se vació de sentido, como otras grandes palabras (amor, verdad, justicia), por el uso abusivo y perverso que se les tiene dado desde los poderes de nuestro mundo.
Por eso el silencio es respuesta coherente y alternativa a la manipulación de nombres sobreexplotados y maltratados por el ruido mediático. Desde su misma génesis, los círculos apostaron por una denuncia no violenta, horizontal y comprometida en la que no eran posibles gestos ni palabras que alterasen ese grito silencioso de protesta.
Un principio básico para muchas de nosotras es que no hay paz sin justicia social. Por lo tanto, construir la paz exige trabajar por la justicia, ponerse manos a la obra y comprometerse solidariamente en lo personal y en lo social, en lo local y en los global, con otro mundo posible y necesario.
Las desigualdades generadas por el capitalismo y por la depredación de los países occidentales generó conflictos continuos, que en estos últimos tiempos están a desembocar en una crisis sistemática: una grave crisis climática y ambiental, social, política y económica, que está a provocar masivos desplazamientos de población, guerras geoestratégicas por el control de los recursos, pandemias mundiales, incrementos exponenciales del gasto militar (en el caso español, para 2023, 3 de cada 10€ de los presupuestos del gobierno central), intensificación del control armado y de la securitización de las fronteras españolas y europeas, y una progresiva concentración de las riquezas en manos de unos pocos en el medio de un incremento generalizado de la pobreza.
En este contexto, asistimos impotentes al imparable desarrollo de la cultura de la violencia a través de las redes sociales, de los videojuegos, de los medios audiovisuales… que invaden masivamente las mentes y los corazones de todas nosotras, pero sobre todo de nuestra juventud, víctima inocente de esta guerra cultural. Las consecuencias de esta situación generan agresividad verbal y física crecientes, que en el contexto del patriarcado desemboca en constantes episodios de violencia de género y violencia familiar y también contribuye a la extensión de los discursos políticos xenófobos y machistas.
En el ámbito internacional es inevitable referirse a la Guerra de Ucrania que tan activamente está requiriendo la participación de los países europeos. Una vez más, condenamos la agresión de Rusia a un país soberano y reclamamos su retirada del territorio ucraniano. Al mismo tiempo, abogamos por una solución pacífica al conflicto que evite el desplazamiento de sangre. Demandamos de los países europeos, y más en concreto del estado español, una apuesta decidida por el camino de la no violencia del diálogo ante tanta sinrazón. Pero también queremos denunciar y condenar todas las guerras olvidada y silenciadas que todavía perduran y que cuentan con silencio cómplice y vergonzoso de los países occidentales, que se autoproclaman adalides de los derechos humanos. En el caso del Sahara es un ejemplo que nos atañe especialmente por la responsabilidad del estado español, responsabilidad traicionada ante sus intereses político-económicos en llegar a acuerdos vergonzosos con Marruecos.
Además, el papel de estado español como uno de los principales fabricantes y exportadores de armas del mundo debe ser, una vez más, denunciado y condenado. No hay justificación posible para una industria que solo sirve para la muerte. Por eso, exigimos su desmantelamiento a la mayor brevedad.
Por último, apelamos a nuestra vecindad para que, desde su cotidianidad, se comprometa activamente con formas de hablar y actuar que se basen en el respeto, en la escucha, en el diálogo y, en definitiva, en la paz y la no violencia. Somos nosotras, en definitiva, quien construimos la paz en nuestro día a día, con nuestras palabras y acciones y también en el consumo, lo que debería llevarnos, como recordamos al comienzo del manifiesto, a una firme implicación en la lucha por la justicia y la solidaridad.
Precisamente ese es el sentido de nuestros Círculos de Silencio. Por eso continuaremos a salir a la calle todos los primeros jueves de cada mes. Nos vemos el próximo 2 de marzo para hacer otros mundos, más justo, más pacíficos y solidarios.