Queridos amigos y familiares,
Os escribo estas líneas como un arrebato ante la situación que estamos viviendo en Niger, después del golpe de Estado de la semana pasada. No es indignación, cierta incertidumbre por el futuro que pueda amenazar al país. También tristeza, porque ya lleva lo suyo y las perspectivas no parecen muy halagüeñas.
Pero no perdemos la esperanza.
Quiere ser, por encima de todo, una oración en este día, en que se celebra el aniversario de la independencia nacional, que os ruego compartáis conmigo:
Fiesta nacional. Hoy es fiesta nacional en Niger.
Con todo el gori-gori que han montado los del golpe de estado que han puesto el país patas arriba.
¡Viva el Niger! Señor Dios. Ten piedad de este país, el más pobre, el más humilde, el que más arenica tiene y el viento que le sopla encima. Solo le faltaban estos teje-manejes militares de salvadores de la patria.
Viva el Níger, con la gracia de Dios que se preocupa y vela por los más pobres, necesitados, enfermos y desamparados. Aquí lo tienes, Señor; es que no vas a encontrar un país en condiciones más adecuadas para que le eches una mano.
Y hoy es el día señalado, fiesta nacional. Fiesta de la independencia. Fiesta de tuaregs, hausas, songays, djermas, fulanis, gurmas, dendis … que han recorrido sus desiertos y se han alimentado de su maná cuando se encontraban extenuados. Has estado siempre con ellos y lo seguirás estando.
Son tus maneras. Es tu estilo, que a menudo nos desconcierta, porque no vemos más allá de nuestras narices y el desierto es infinito y lleno de sorpresas y cuestiones que nos interpelan, porque de alguna manera tenemos que cooperar en tu creación.
Con los niños invidentes de Gaya
Pues resulta que algunos me dicen que me vaya, que qué pinto aquí, que es muy peligroso seguir en Dosso, que me tienen que repatriar, que soy español y se sorprenden de que quiera continuar.
A casa!
Que me vuelva a casa con los de Villadiego, que qué te crees!!
Pues… no me da la gana.
¿Son ellos los que me han traído aquí? ¿Son ellos los que me despiertan por la mañana y me dan los buenos días y con los que comparto el pan y la sal, y alguna que otra amargura?
Hace diez años nos obligaron a dejar Tera y salimos una mañana Joaquin y yo en coche; Joaquin musitaba los nombres de sus amigos del mercado; Raissa, Abdul, Amina… y luego los burritos con sus carretas, finalmente el puente. Adiós, Tera, con todas sus gentes y las lágrimas en los ojos.
Con ellos canto y bailo hoy la vida, a la pata coja. Pero la bailo y me dan sentido y cumplo con la misión que me encomendaron y es de lo que se trata. Son los míos: mi padre, mi esposa, mis hijos y sobrinos con sus corales, también nietos y todo el Sursum Corda.
Amén.
A 4 de agosto de 2023. Un abrazo fuerte, Rafael