Se ha hablado y escrito tanto sobre la crisis, sus causas y sus consecuencias, que la pregunta que da título a nuestra noticia-reflexión no parece que sea retórica, sino que responde a lo que muchos ya piensan y dicen, quizás porque sientan, no sin razón, que es mejor hablar menos y actuar más.
Aun entendiendo que algo de hartazgo sobre este problema pueda tener cierta explicación, nos parece oportuno seguir recordando a los que lo siguen pasando mal por causa de la crisis, descubriendo medidas viables que puedan paliar situaciones como las que se proponen en la carta de un grupo de organizaciones cristianas al obispo de la diócesis de Cádiz y Ceuta, para paliar el problema de la perdida de la vivienda, causadas por la crisis.
También, aunque sea necesario seguir denunciando las causas económicas y políticas que ha generado la crisis, tales como la especulación financiera y la corrupción, no conviene olvidar la parte de responsabilidad que a todos nos pueda corresponder en el proceso que llevó a su desencadenamiento y en su persistencia. A esto nos puede ayudar la reflexión de Forges, que nos parece pertinente.
A continuación publicamos ambos textos:
CARTA AL SR. OBISPO DE LA DIÓCESIS DE CÁDIZ Y CEUTA
Un grupo de creyentes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta llevamos reflexionando durante todo este curso 2012-2013 sobre la crisis que empezó en el año 2007 y dura ya muchos años y sus consecuencias nefastas, que están dejando en la exclusión social a tantísimas familias y personas.
La pérdida del trabajo ha traído como consecuencia la pérdida también de la vivienda, del fin de todos los recursos económicos y la caída, por tanto, en la exclusión social. Nos ha impresionado de modo muy especial el número de personas que se ven obligadas a pedir limosnas en las calles, recurrir a los comedores sociales para poder comer y buscar un espacio para poder dormir cada noche, ya sea un cajero automático de una entidad bancaria, un banco de alguna plaza o calle o algún local vacío o nave industrial en desuso.
Según un estudio elaborado por Caritas y algunos ayuntamientos de la provincia, realizado en enero de 2010, existían 83 personas durmiendo sin vivienda: 60 de ellas en plena calle y 23 en albergues. Pero, según las últimas informaciones que aportan las asociaciones que trabajan habitualmente con las personas sin hogar, son ya aproximadamente unas 130. Es decir ha aumentado en cerca de un 60% en sólo tres años.
Hemos estado reflexionando durante varias reuniones mantenidas a lo largo de todo el curso sobre lo que nos dice Jesús en el Evangelio y en los Hechos de los apóstoles y cartas de S. Pablo, de la actitud que debemos tener ante las personas marginadas, excluidas, enfermas o abandonadas.
Hemos estudiado la Doctrina Social de la Iglesia: la doctrina de los Santos Padres, del Concilio Vaticano II y de encíclicas como 'Caritas in Veritate'.
Hemos visto cómo en algunas diócesis: Cartagena, Bizkaia, Navarra, grupos numerosos de sacerdotes y laicos cristianos han tomado iniciativas en esta misma línea que la nuestra, para pedir a sus pastores soluciones urgentes ante estos problemas de falta de viviendas y de desahucios de tantísimas familias angustiadas.
También nosotros, miembros de movimientos de Iglesia como HOAC, Justicia y Paz, Comunidades Cristianas Populares, Comunidades Laicas Marianistas (CLM) , Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera (EPPO) de la Iglesia San Lorenzo-Pastora y otros muchos a título individual y colectivo, como el Comité Óscar Romero de Cádiz, nos queremos dirigir a Ud. para plantearle el resultado de nuestras reflexiones:
- Entendemos que sería necesario que la Iglesia -y usted como obispo de Cádiz y Ceuta- denunciara las causas que están provocando toda esta situación de exclusión social en tantas personas. Como bien sabe, las personas deben ser lo primero, no los bancos. No se puede consentir que un país y un gobierno, atendiendo a las recomendaciones de los organismos económicos mundiales y europeos priorice la ayuda a los bancos con miles y miles de millones, mientras las personas están tiradas en las calles en peligro de morir, como ya ha ocurrido en Cádiz en algunos casos, alguno de ellos muy reciente.
- La Iglesia debería también exigir a las autoridades locales, provinciales o estatales la apertura inmediata de los numerosos locales vacíos que existen en Cádiz sin uso alguno, cerrado durante años. Y que se busquen medios para que las distintas asociaciones que trabajan con las personas sin hogar puedan atenderlas en su totalidad y necesidades, tanto de día como de noche, de modo que no tengan que dormir en la calle. Creemos que la falta de algún o algunos locales (uno en Cádiz extramuros y otro en Cádiz interior) no debería ser mucho problema.
Al mismo tiempo, la Conferencia Episcopal debe pedir, a nivel nacional, que se cambie la ley hipotecaria del año 1909 y se apoye la ILP que ha recogido más de 1.400.000 firmas exigiendo la dación en pago para la cancelación de la deuda y convertir la vivienda entregada en una vivienda en alquiler social, cuyo pago no exceda del 30% de los ingresos de quien la ocupa. - Además de la excelente labor que Caritas está haciendo en la diócesis y en las parroquias en favor de los empobrecidos, en este nuevo tiempo eclesial que nos trae el nuevo Papa, nos gustaría que usted adoptara gestos concretos en apoyo de quienes más lo necesitan: aquellos que están tirados en la calle, sin techo ni hogar. Pensamos que la Iglesia, que dispone de varios o muchos locales vacíos y sin uso, puede y debe aportar alguno de ellos para estos casos y también para familias que puedan ser desahuciadas en los próximos meses, dada la evolución alarmante que está teniendo este problema que aumenta cada vez más entre los ciudadanos.
- Concretamente, le pedimos, Sr. obispo, que estudie la posibilidad de ceder parte del Seminario Diocesano para este fin, como ha hecho recientemente el obispo de Lleida, aunque se vea la forma de que otras entidades públicas o particulares puedan colaborar en la financiación de las obras necesarias.
- Por último, decirle que nos sentimos reconfortados con los gestos de humildad del nuevo Papa Francisco quien ha dicho que debemos acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños y también dijo: «¡Oh, cómo me gustaría una Iglesia pobre, y para los pobres!».
- En este nuevo tiempo eclesial que nos trae el nuevo Papa nos gustaría que aquí en la diócesis adoptara gestos concretos en apoyo de quienes más lo necesitan: aquellos que están tirados en la calle, sin techo ni hogar.
- Estos gestos que le pedimos para la ciudad de Cádiz, entendemos que se pueden extender perfectamente a las demás localidades de la diócesis donde existan estos graves problemas de exclusión social, para buscar también soluciones a quienes más lo necesitan. Tenemos esperanza de que reciba nuestras reflexiones y propuestas sabiendo que lo hacemos movidos por nuestro afán de que la Iglesia diocesana dé respuesta, desde el compartir que pregona el Evangelio, a los más necesitados. Nosotros estamos dispuestos a colaborar en la medida de nuestras posibilidades en la puesta en marcha de estos proyectos.
Autores: HOAC, COMISIÓN JUSTICIA Y PAZ, COMUNIDADES LAICAS MARIANISTAS, EQUIPOS PARROQUIALES DE PASTORAL OBRERA, DE LA IGLESIA DE SAN LORENZO-PASTORA, COMITÉ ÓSCAR ROMERO y COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES.
EL TRIUNFO DE LOS MEDIOCRES
Quienes me conocen saben de mis credos e idearios. Por encima de éstos, creo que ha llegado la hora de ser sincero. Es, de todo punto, necesario hacer un profundo y sincero ejercicio de autocrítica, tomando, sin que sirva de precedente, la seriedad por bandera.
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.
Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes, con una huelga general, o echándonos a la calle para protestar los unos contra los otros.
Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.
Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.
Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.
Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por completo, si es que la hay. Tan solo porque son de los nuestros.
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.
- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.
- Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un solo presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir, incluso, a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
- Mediocre es un país que tiene dos universidades entre las 10 más antiguas de Europa, pero, sin embargo, no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.
- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
- Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.
- Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran dirigentes políticos que, en un 48 % de los casos, jamás ejercieron sus respectivas profesiones, pero que encontraron en la Política el más relevante modo de vida.
- Es mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
- Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
- Es mediocre un país, a qué negarlo, que, para lucir sin complejos su enseña nacional, necesita la motivación de algún éxito deportivo.
ANTONIO FRAGUAS DE PABLOS (FORGES)