La noticia y la preocupación en este momento nos llega de Siria, desde ese Oriente Próximo ya sacudido por conflictos, guerras, violencias e injusticias, pero que amenaza con recrudecerse tras el anuncio de una previsible intervención militar por parte de los Estados Unidos.
Puesto que todo parece indicar que las cosas avanzan hacia una intervención militar. Por nuestra parte queremos insistir en expresar nuestra aspiración de que se busque otra salida. Por eso, seguimos ofreciendo textos que recogen llamadas y gestos de instituciones solventes y reflexiones que nos ayuden a descubrir las intenciones que puede haber tras la intervención y caer en la cuenta de los previsibles efectos de tal intervención.
Que sea limitada y sin envío de tropas sobre el terreno no nos tranquliza, pues somos conscientes de que las bombas y misiles enviados desde el aire o a distancia van a caer sobre tierras habitadas por seres humanos: matar desde el aire o a distancia no es menos grave que desde cerca. Esta es nuestra convicción, que comprobamos comparte mucha gente.
En relación con la guerra en Siria
Con ocasión de los graves sucesos de guerra que tienen lugar en Siria, la Comisión General de Justicia y Paz de España quiere manifestar:
- El horror e indignación por la utilización de armas químicas en el conflicto, que han producido la muerte de centenares de personas, mayoritariamente entre la población civil. En caso de confirmarse este hecho, absolutamente inadmisible, consideramos que se trata de crímenes de guerra gravísimos, cuya autoría y circunstancias deben ser investigadas por organismos independientes y cuyos responsables deberán ser juzgados por tribunales de justicia imparciales o por el Tribunal Penal Internacional.
- La Comunidad Internacional no puede admitir estos crímenes y debe tomar todas las medidas políticas, jurídicas y diplomáticas necesarias para evitar su repetición y asegurar el castigo de los responsables, además de trabajar para la resolución del conflicto. No obstante, consideramos un grave error responder mediante el bombardeo o ataque armado – de consecuencias imprevisibles – a uno de los contendientes, ya que dicho ataque ocasionará más víctimas inocentes y el empeoramiento de la situación. Pedimos al Gobierno español que no colabore ni apoye ninguna actuación en este sentido.
- Igualmente, queremos manifestar nuestra profunda tristeza por la magnitud de la mortalidad y la destrucción que está generando este trágico conflicto, así como nuestra solidaridad y oración por el sufrimiento de todas las víctimas. Pedimos a las partes enfrentadas y actores implicados que cesen de inmediato las hostilidades y se esfuercen por alcanzar una paz justa mediante el diálogo. En este sentido, unimos nuestra voz a la del Papa Francisco, que ha exhortado a la Comunidad Internacional "a hacer todos los esfuerzos para promover sin vacilaciones las iniciativas de paz" en Siria. "El uso de la violencia no trae la paz. La guerra llama a la guerra. La violencia llama a la violencia", señaló y, por ello, nos unimos a su convocatoria para celebrar el próximo 7 de septiembre una jornada de ayuno y de oración por la paz en este país.
Discurso del Papa el día 1 de septiembre:
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que sube de todas partes de la tierra, de todo pueblo, del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la humanidad, con angustia creciente: ¡es el grito de la paz! El grito que dice con fuerza: ¡queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, destrozada por divisiones y por conflictos, estalle la paz; nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que debe ser promovido y tutelado.
Vivo con particular sufrimiento y preocupación las tantas situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por los dramáticos desarrollos que se presentan.
Dirijo un fuerte llamamiento por la paz, ¡un llamamiento que nace de lo íntimo de mí mismo! ¡Cuánto sufrimiento, cuánta devastación, cuánto dolor ha traído y trae el uso de las armas en aquel martirizado país, especialmente entre la población civil e inerme! ¡Pensemos en cuántos niños no podrán ver la luz del futuro! Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas: les digo que tengo aún fijas en la mente y en el corazón las imágenes terribles de los días pasados! ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones al que no se puede escapar! Jamás el uso de la violencia lleva a la paz. ¡Guerra llama guerra, violencia llama violencia!
Con toda mi fuerza, pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su propia conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que miren al otro como un hermano y emprendan con coraje y con decisión la vía del encuentro y de la negociación, superando la ciega contraposición. Con la misma fuerza exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo para promover, sin ulterior demora, iniciativas claras por la paz en esa nación, basadas en el diálogo y en la negociación, por el bien de la entera población siria.
Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a quien está afectado por este terrible conflicto, en particular a los evacuados en el país y a los numerosos prófugos en los países vecinos. Que a los agentes humanitarios, empeñados en aliviar los sufrimientos de la población, se les asegure la posibilidad de prestar la ayuda necesaria. ¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan: a todos nos corresponde la tarea de recomponer las relaciones de convivencia en la justicia y en el amor (Cfr. Carta encíclica, Pacem in terris [11 abril de 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).
¡Que una cadena de empeño por la paz una a todos los hombres y a las mujeres de buena voluntad! Es una invitación fuerte y urgente que dirijo a la entera Iglesia Católica, pero que extiendo a todos los cristianos de las demás Confesiones, a los hombres y mujeres de toda religión y también a aquellos hermanos y hermanas que no creen: la paz es un bien que supera toda barrera, porque es un bien de toda la humanidad.
Repito con voz alta: no es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino la cultura del encuentro, la cultura del diálogo: éste es el único camino hacia la paz. Que el grito de la paz se eleve alto para que llegue al corazón de todos y todos dejen las armas y se dejen guiar por el anhelo de paz.
Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar para toda la Iglesia el próximo 7 de septiembre, víspera de la fiesta de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio, y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, según el modo que considerarán más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los pertenecientes a las demás religiones y a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 y hasta las 24.00, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para invocar de Dios este gran don para la amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo.
¡La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de escuchar palabras de esperanza y de paz! Pido a todas las Iglesias particulares que, además de vivir este día de ayuno, organicen algún acto litúrgico según esta intención. A María le pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor.
Ella es Madre: que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar también este momento difícil y a empeñarnos a construir cada día y en todo ambiente una auténtica cultura del encuentro y de la paz.
María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!
Todos: María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!
5.012 razones a favor de la guerra
“Hay al menos doce razones para apoyar la guerra de Iraq: que Sadam Husein es un malvado, que no podrá oponer resistencia, que necesitamos petróleo bueno y barato, que la economía de ha estancado, que nuestros misiles enmohecen en nuestras ojivas, que hay que probar nuevas armas de destrucción, que a Israel le conviene, que a Rusia no le conviene, que nos gustan los espectáculos fuertes, que nos gusta sentirnos civilizados, que algunos musulmanes no aprecian lo que hacemos por ellos y que, en general, tenemos altísimos principios y bajísimos instintos. Podrían aducirse otras cinco mil razones, incluidas las de que el mundo es redondo, la orquídea es una flor del orden de las monocotiledóneas Y Kafka nació en Praga en 1883.
Sólo hay dos razones, en cambio para rechazar la guerra.
La primera es, si se quiere, altruista. Al contrario que el Derecho, la moral debe ser sumarísima: si uno ve diez personas golpeando brutalmente a una sola, no se pregunta si la víctima es carterista y si ha dado un tirón a una viandante; interviene (o al menos se escandaliza) con la misma rapidez, y por los mismos motivos, por los que se retiraría la mano del fuego. Nadie que tenga una raíz moral en el mundo permanece indiferente ante un linchamiento. Cunado en vez de diez son mil personas dotadas de una fuerza que ano admite defensa y linchan no sólo al presunto carterista, sino también a la mujer, a sus hijos, a sus tíos y a todo aquel que mantiene algún tipo de relación con él -de parentesco o vecindad- el linchamiento progromo. Si el progromo lo organiza un estado y utiliza misiles balísticos, bombas de racimo, uranio empobrecido y amenaza con usas armas nucleares, el progromo se llama genocidio. No importa cuál sea nuestra ideología o nuestras creencias: el genocidio lo prohíben por igual Dios, la ética de la ONU.
La segunda razón es quizás – al menos por oposición a la primera- egoísta. La Primera Guerra Mundial no evitó la Segunda y la Segunda trajo consigo nuevas amenazas objetivas que generalizaron la conciencia de evitar la Tercera. La voluntad declarada por EEUU. De operar al margen del frágil ordenamiento jurídico internacional creado en 1945 –que ellos mismos ayudaron a establecer y que han trampeado durante sesenta años sin retirarle al menos su reconocimiento formal- se produce en un contexto tecnológico y social aun más peligroso que aquél en el que la Alemania nazi abandonó la Sociedad de naciones en 1936. En un mundo devastado por el hambre, la miseria, la violencia y la opresión y en el que la potenci9a destructiva de la tecnología armamentística, y su distribución y circulación, han alcanzado dimensiones no ya planetarias sino “universales”, la agresión a Iraq amenaza con “globalizar” la inseguridad a todas las escalas y todos los niveles, sin distinción de clases ni de continentes. Después de eso ningún sueldo, ninguna casa, ningún ejército nos garantizará la inmunidad.
Tenemos, pues, 5012 razones para apoyar la guerra y sólo dos para rechazarla. Que cada cual decida cuántas razones quiere tener de su parte”.
(Texto de Santiago Alba Rico, escrito en febrero de 2003 y recogido en su libro: “Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos”, año 2006)