Acción Verapaz, de la Delegación de Vigo, ha participado en el primer Círculo del Silencio, que se ha celebrado el pasado jueves 9, en la Plaza América.
En esta ocasión, queremos reclamar Paz, una paz justa y solidaria, en un mundo invadido por las guerras, la violencia física, verbal y una creciente agresividad por parte de personas, comunidades e instituciones.
Frente a la militarización de las fronteras, el incremento del gasto militar, el comercio de armas, las guerras brutales en Ucrania y otros países, el genocidio llevado a cabo por Israel en Palestina, frente a tanta barbarie, reclamamos paz, en las palabras, en las acciones, en los gestos. Hace falta más que nunca reivindicar el compromiso con la paz y la no violencia, ante un mundo que parece estar recuperando el peor de otros tiempos que creíamos superados.
Por todo esto, durante media hora, en círculo y en silencio, hemos exigido otras formas de vivir, de construir comunidad, que son posibles, necesarias y urgentes.
Para profundizar más os anexamos el manifiesto que hemos leído:
MANIFIESTO CÍRCULO DE SILENCIO - Enero 2025
Hoy, el día en el que dedicamos expresamente nuestro Círculo de Silencio a la paz, es probablemente el día en el que más apropiado es este ratón de silencio. Por mucho que las busquemos, ya no encontramos palabras para expresar nuestro cansancio, nuestra tristeza sin fondo, la indignación que nos remuerde por dentro ante una violencia que lo invade todo y parece no tener fin.
Desde la violencia de género, a más escondida, la que se oculta en los hogares y sólo da titulares cuando hay víctimas mortales de por medio, hasta la violencia verbal que penetra en todas las partes a través de las redes sociales, contaminándolo todo con su veneno. Desde la violencia que militariza nuestras fronteras contra un supuesto enemigo pobre y desarmado que sólo busca una vida mejor hasta la violencia del comercio de armas y de las guerras de las que somos cómplices por acción u omisión.
Todo está relacionado, todo es parte del mismo escenario, de la misma tragedia interminable.
Hace unos días, un diario titulaba: “Tratado de Comercio de Armas cumple su décimo aniversario en el año de todas las guerras”. Haciéndose eco de los informes de Amnistía Internacional, recordaba los incumplimientos y deficiencias del tratado, que Estados Unidos o Israel no ratificaron. Precisamente, tanto Amnistía Internacional como el Centro Delàs de Estudios por la Paz, han denunciado reiteradamente la participación de empresas españolas, con la aquiescencia del gobierno español, en el comercio de armas con Israel (entre otros muchos países).
No se puede condenar una guerra, una invasión, un genocidio, y por detrás proveer de armas al país agresor. Como tampoco se puede promover la militarización de nuestras fronteras, provocando innumerables muertes en el Mediterráneo y en el Atlántico, por las dificultades crecientes para llegar a nuestras costas.
Recientemente, el clúster del sector militar español celebró una reunión en nuestra ciudad. Como declaraban en un periódico local, Galicia podría convertirse en un “referente internacional” y podrían alcanzarse millares de puestos de trabajo para el vecindario. Ese es el argumento inmoral que sostiene toda esta indignidad: la riqueza es el becerro de oro, que sigue imponiéndose sobre cualquier otra consideración. Hace falta rebelarse contra esta nueva religión que nos corrompe y nos condena a vivir siempre con miedo, con odio, con egoísmo. Hay otras formas de estar en el mundo, que ponen la vida, la vida de todos y todas, en el centro. Hacia ahí es donde queremos -y debemos- caminar.
El Centro Delàs, en otro informe, denunciaba también que Europa es ahora mismo la segunda potencia mundial, tras Estados Unidos, en inversión militar, con un presupuesto que supera lo de China y triplica lo de Rusia. El presupuesto de la UE en seguridad y defensa se triplicó en las dos últimas décadas. Hay bien poco, dos mujeres, una palestina y otra israelí, finalistas del premio Sajarov, recibían una gran ovación en el Parlamento europeo, con el único silencio, vergonzante y revelador, de los partidos de extrema derecha. Pero no podemos dejar de recordar que esos partidos, en los últimos años, no dejan de crecer.
Como decimos, todo está relacionado. Nosotros, como ciudadanía consciente y responsable, debemos enterarnos dieras hilos que nos vinculan a la violencia y romperlos con la palabra y con la acción, con la denuncia pública y con nuestra forma de vivir, en el pequeño, en el local, y en el grande, en el global. Porque la violencia es sistémica, la ruptura debe sello también. Si no, no habrá salida posible.
Estamos en contra de todas las guerras. Son una tragedia para los seres humanos y un retroceso de la civilización. No hay nada que justifique las víctimas mortales y el cruel sufrimiento de los supervivientes. Sus devastadores efectos desestructuran las sociedades mucho más allá del conflicto bélico. Estamos a favor de una cultura de paz que tenga como centro la seguridad humana, las personas y la vida, y que #apostar por la convivencia de los pueblos.
Por eso denunciamos el genocidio que se está viviendo en Gaza y pedimos que Israel deje de cometer crímenes de guerra al tiempo que rechazamos cualquier tipo de terrorismo, y pedimos el alto el fuego, que se detenga esta atrocidad que está matando la sociedad civil, en especial la mujeres y niños, y que aumenta el riesgo de escalada militar en la región y pone en peligro la paz mundial. Creemos en el derecho de un Estado palestino independiente y exigimos que Israel detenga los bombardeos y cumpla con el derecho internacional.
El conflicto palestino-israelí está recibiendo estos días una gran atención mediática, pero este foco informativo no debe hacernos olvidar que en el mundo hay muchos otros episodios bélicos igualmente cruentos, y también fuera del que llaman «legalidad internacional»... Pensamos en Ucrania, Sudán, Yemen, Etiopía o en otros países de África o Asia. Y no olvidamos la perenne violación de los acuerdos internacionales que el reino de Marruecos perpetra desde hace décadas con el pueblo saharaui.
Es por todo ello que cabe delatar, aún con más fuerza, al militarismo como herramienta para construir y perpetuar una orden mundial eminentemente injusta que, como podemos comprobar, en última instancia, se sostiene bajo la ley de quien tiene mayor capacidad destructiva. Por eso debemos decir no a la guerra, no la cultura militar, no a los ejércitos y a sus alianzas, no al armamentismo como negocio, no al derecho del más fuerte.
Del mismo modo, nos solidarizamos con las víctimas de las guerras, y pedimos, rogamos, exigimos, el fin de toda acción bélica y la regulación de cualquier conflicto que pudiera darse a través de medios exclusivamente pacíficos, humanos y respetuosos con las personas, las culturas y las diferentes sociedades.
Por un mundo con más justicia y humanidad. No en nuestro nombre.
No la ninguna guerra. Sí a la PAZ