Desde muchas partes del mundo El Caribe está cerca, muy cerca, hay un acceso fácil, con ofertas de viaje al paraíso turístico, pero también está lejos. Hay una parte de este bonito lugar que no le interesa a nadie. Y ese lugar es Haití, el país más pobre de América, y uno de los más pobres del mundo. Un país que comparte isla con República Dominicana, pero con una imagen muy diferente, sacudido por desastres naturales, devastado por los terremotos, en especial por el de 2010, y que no acaba de recuperarse. Hambre, extrema pobreza, disturbios, inseguridad, agitación política...una combinación letal. Ningún país poderoso ni ningún organismo internacional se interesan por Haití, el primer país que abolió la esclavitud. Y aunque parezca paradoja, viven en situación de esclavitud dentro y fuera. Por recursos naturales podría tener una situación similar a la de su vecino dominicano. Pero está a años luz.
Si los haitianos no pueden vivir dentro se tienen que ir. La salida más próxima es República Dominicana, pero no es la más fácil. No tienen ninguna salida fácil. De entrada, no tienen papeles en su propio país, y conseguirlos en otro es, prácticamente, imposible. Cuando llegan a la frontera es habitual que el policía, por su cuenta y riesgo, les soborne para entrar. Una gran mayoría de los hombres va directamente a trabajar a la caña de azúcar. De lunes a domingo, de sol a sol, por un módico precio y hasta que el cuerpo aguante. Y con un justificante que acredita que trabajan en ese campo. Fuera de ahí no existen. Otros se van a la construcción, en situaciones similares. Con el tiempo pueden terminar en el turismo. Las mujeres pueden ir al campo, a la limpieza, o.…sabe Dios.
Por cuestiones históricas la relación entre unos y otros no es fácil. Conviven, se soportan. Nada más. Los hijos de haitianos nacidos en Dominicana pueden ir a la escuela hasta los catorce años. Luego necesitan un número de cédula que sus padres no tienen, ni van a tener, y no pueden seguir estudiando. “Los hijos de extranjeros residentes no legales en el país no pueden tener la nacionalidad dominicana”, según una sentencia del Tribunal Constitucional de 2013. Su destino será el campo de la caña de azúcar, en las mismas condiciones que las de sus padres. Los haitianos viven, generalmente, en bateyes, barracones que están en los campos de la caña de azúcar de las multinacionales que les explotan. Sin agua potable, sin luz, y puede que con un colchón para toda la familia.
Para el Gobierno dominicano hay un exceso de población migrante haitiana y en el mes de octubre de 2024 anunció que deportaría hasta 10.000 por semana. 142.378 hasta mediados de febrero, según datos la Dirección General de Migración. Una política que, aseguró, se haría en el “marco de estrictos protocolos para garantizar el respeto a los derechos humanos y la dignidad de los repatriados”. Pero las redadas fueron y son masivas, muchas de madrugada, con detención, incluso, de menores, mujeres embarazadas y ancianos. A cualquier hora, en cualquier lugar, sin preguntar, sólo fijándose en el color de la piel. Todos juntos y hacinados en la “camiona”, un camión-jaula sin condiciones. Y para bajar de esa cárcel con ruedas, pedían y piden dinero a esas personas, que no lo tienen. Y si no lo transferían a su cuenta corriente, a través de internet, los policías los deportaban a Haití, donde no conocen a nadie porque nacieron en Dominicana, donde viven con su familia. A las mujeres les pedían algún tipo de favor. La Iglesia Católica levantó la voz. Incluso empresarios, que advirtieron de lo que podría pasar si deportaban a muchos haitianos. Hacen el trabajo que no quieren los nacionales, como en otros tantos países.
Las leyes de cada país son de cada país, las respetamos, pero los Derechos Humanos son Derechos Humanos, y también hay que respetarlos. Desde Acción Verapaz nos hacemos eco de una situación. Una situación que sería mucho mejor para los haitianos si se trabajase para que el país salga adelante y puedan aprovechar sus recursos naturales, que no vayan a parar a manos de cuatro poderosos, y además, extranjeros. Pero... ¿a quién le importa Haití?
Patricia Rosety
Vicepresidenta de Acción Verapaz
https://www.accionverapaz.org/informate/noticias/3492-tan-cerca-y-tan-lejos#sigProId413eed44b9