Según las estimaciones, durante los dos últimos meses cientos de personas han sido asesinadas en Sudán del Sur por las luchas que empezaron en diciembre pasado como una disputa entre el presidente y su antiguo vicepresidente. Este conflicto pronto adquirió un tinte étnico debido a que el presidente, Salva Kir, pertenece a la tribu Dinka, y el ex-vicepresidente y líder rebelde, Riak Machar, a la Nuer.
El conflicto, en el que ya han muerto miles de personas, ha puesto al borde de la guerra civil al joven país, independizado de Sudán en 2011, después de que el presidente acusara a Machar de intentar dar un golpe de Estado.
La ONU denunció el lunes pasado que las fuerzas opositoras de Sudán del Sur mataron a "cientos de sursudaneses y civiles extranjeros" después de determinar su etnia o nacionalidad cuando fueron capturados en la ciudad petrolera de Bentiu hace dos semanas. La ONU también ha pedido que se deje de atacar a los civiles "inocentes y desarmados".
La Misión de Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS, según sus siglas en inglés), ha condenado las matanzas, que además incluyeron ataques a un hospital, una mezquita, una iglesia y las instalaciones de un campo de alimentos de la ONU.
La UNMISS también denuncia el uso del discurso del odio por la radio "al declarar que ciertos grupos étnicos no deberían estar en Bentio e incluso incitar a los hombres de una comunidad a cometer violencia sexual como venganza contra las mujeres de otra comunidad".
Los ataques tuvieron lugar entre el 15 y el 16 de abril, en el mismo periodo de tiempo que la UNMISS sacaba a cientos de civiles, algunos heridos, que habían estado refugiados en lugares entre Bentiu y Rubkona. La Misión de la ONU protege actualmente a más de 12.000 civiles en su base y a más de 60.000 alrededor del país.
Al capturar esta ciudad petrolera, los insurgentes -el Ejército Popular de Liberación de Sudán en la Oposición- tuvieron como blanco a distintas tribus sursudanesas y ciudadanos procedentes de la región sudanesa de Darfur.
También han sido blanco de ataques las sedes de la UNMISS, donde decenas de personas murieron y resultaron heridas al asaltar una turba el campamento de la ONU en la ciudad de Bor, capital del estado de Jonglei, en el que se refugiaban civiles Nuer.
En el hospital de Bentiu, varios hombres, mujeres y niños de etnia nuer fueron asesinados el 15 de abril por esconderse y rechazar unirse a otros Nuers que habían salido a animar a los miembros del SPLA cuando entraron en la ciudad. "Los individuos de otras comunidades de Sudán del Sur, así como de Darfur, fueron específicamente perseguidos y asesinados en el hospital" ha confirmado la UNMISS en un comunicado el pasado lunes. Según la Misión de la ONU en Sudán del Sur, el SPLA también entró en la mezquita de Kali-Ballee, donde los civiles se habían refugiado.
Allí separaron a la gente por nacionalidades y grupos étnicos y mataron a algunos de ellos. "Más de 200 civiles fueron supuestamente asesinados y alrededor de 400 resultaron heridos en la mezquita", ha dicho la UNMISS.
En una iglesia católica y en las instalaciones desocupadas del campo de alimentos, los soldados del SPLA repitieron el mismo procedimiento: preguntaron a los civiles quiénes se habían refugiado allí para identificarlos por etnias de origen y nacionalidades.
De esta manera, procedieron a su selección y mataron a varios de ellos. En una entrevista a la Radio de la ONU, el portavoz de la UNMISS, Joseph Contretras, ha afirmado que junto con la condena del baño de sangre en Bentiu, la Misión desaprueba el discurso de odio y la incitación a la violencia como algo "especialmente lamentable y desafortunado, dado lo que ocurrió en Ruanda hace 20 años, cuando las estaciones de radio se utilizaron para retransmitir mensajes de odio" que encendieron la tensión y desencadenaron una matanza étnica en el país.
Aunque es difícil establecer una conexión directa entre los mensajes de odio y la violencia que estalló el 15 de abril, "como mínimo, la emisión de estos mensajes envenena todavía más el clima político y social de esta parte de Sudán del Sur y polariza más los importantes grupos étnicos de la región".
"Claramente, el Acuerdo de Cese de las Hostilidades firmado hace tres meses se ha violado en repetidas ocasiones por las fuerzas leales de ambos bandos y es una fuente de preocupación y una consternación considerable para la UNMISS que estas violaciones continúen", a pesar de las repetidas llamadas desde Naciones Unidas y desde la comunidad internacional para que ambas partes cumplan escrupulosamente el acuerdo que las dos firmaron.
Se está gestando una grave crisis alimentaria y nutricional
Ya hay siete millones de personas en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria grave a lo largo del próximo año a menos que reciban más ayuda. “La tasa de desnutrición ya es alarmante. Pero aún estamos a tiempo de evitar lo peor”, afirma Barbara Mineo, directora de Acción Humanitaria de Oxfam Intermón. Un niño o niña con desnutrición severa tiene nueve veces más probabilidades de morir si no recibe tratamiento que uno bien nutrido. En enero de 2014, había ya el doble de menores desnutridos en los comedores de Junqali y Alto Nilo que un año antes.
La ONU tiene previsto actualizar su análisis oficial de la seguridad alimentaria a principios del mes de mayo. Más de un millón de personas han tenido que abandonar sus casas debido al conflicto, de las cuales 270.000 han huido a países vecinos. Se han destruido mercados y centros sanitarios. Hacer que la ayuda llegue a la población está resultando muy difícil, e incluso imposible en algunas zonas. Los cultivos también han resultado perjudicados, pues no se han plantado suficientes semillas, y las lluvias estacionales complican aún más la situación.
La conferencia de donantes de Oslo que tendrá lugar el 20 de mayo constituye una oportunidad para que la comunidad internacional negocie el final del conflicto y responda a las necesidades alimentarias de la población. Actualmente, el llamamiento de Naciones Unidas para recaudar 655,2 millones de dólares ha alcanzado solo un 25,4% de su objetivo de recaudación.
Las organizaciones afirman que, antes de que estallara el conflicto en diciembre, la seguridad alimentaria de Sudán del Sur parecía prometedora, si bien todavía era vulnerable. Pero los combates desataron una crisis humanitaria, desplazando a un millón de personas y sumiendo a muchas más en el hambre.
Nyariek nunca conocerá a su madre.
Más información:
La ONU denuncia una masacre étnica en Sudán del Sur
Los rebeldes incitaron por radio a la matanza de civiles en Sudán del Sur
Sudán del Sur: los niños en grave peligro