África ha sido colonizada con la excusa de civilizar y modernizar el continente. Las potencias coloniales se enriquecieron con las materias primas y crearon una situación de dependencia que en algunos países dura hasta hoy. África para algunos es solo un lugar para safaris…
Ahora son naciones independientes donde una gran mayoría vive en situación precaria, donde faltan infraestructuras básicas, hay conflictos bélicos y étnicos, débiles democracias, hambrunas y sequías, miles de emigrantes que huyen hacia las costas del Mediterráneo, hay niños soldados y se explotan las ricas minas de diamantes o de coltán (¡para nuestros móviles!) Este continente, del cual fueron arrebatados millones de esclavos para el trabajo de América, es el que padece el flagelo del ébola, que ahora nos preocupa porque llega a Europa.
Ahora que el tema del ébola, con miles de muertos en África occidental y el temor a contagios en España y en otros países, comienza a alarmar a todo el mundo y genera una psicosis de miedo y angustia… puede ser útil recordar un libro de Luís de Sebastián, economista y especialista en ciencias sociales y políticas, profesor de ESADE y de la UCA de San Salvador (1934- 2009). La obra se titula África, pecado de Europa (2006).
Luís de Sebastián que unía al rigor científico una gran sensibilidad social y una profunda fe cristiana, quiso hablar del “pecado” de Europa con África, para demostrar que la injusticia que Europa ha cometido con África exige restitución, hay que devolverle lo robado, reparar el daño cometido.
África ha sido colonizada por Francia, Inglaterra, España, Bélgica, Portugal, Holanda, Italia… Con la excusa de civilizar y modernizar el continente africano, las potencias coloniales se enriquecieron con las materias primas y crearon una situación de dependencia de las metrópolis que en algunos países dura hasta hoy. África para algunos es solo un lugar para safaris…
Ahora son naciones independientes, con bandera e himno propio, pero donde una gran mayoría vive en situaciones precarias de alimentación, salud, educación y transportes, donde faltan infraestructuras básicas, hay conflictos bélicos y étnicos (a veces por cuestiones de los límites artificiales establecidos por las metrópolis), débiles democracias, hay hambrunas y sequías, miles de emigrantes que huyen hacia las costas del Mediterráneo español o italiano en busca de un futuro mejor, mientras hay niños soldados y se explotan las ricas minas de diamantes o de coltán (¡para nuestros móviles!) Este continente, del cual fueron arrebatados millones de esclavos para el trabajo de América, es el que padece el flagelo del ébola, que ahora nos preocupa porque llega a Europa…
Pero África no solo es un continente que posee una gran riqueza de materias primas y de biodiversidad, sino un continente con una gran riqueza cultural, humana y religiosa, una gran sabiduría de sus tradiciones -desde Egipto a Cartago-, la fuerza imponente de su juventud, la vitalidad de sus mujeres, un profundo sentido religioso, la alegría de los diversos grupos cristianos y de unas Iglesias jóvenes. África es el continente de Mandela y Desmond Tutu, de mártires cristianos, de cooperadores y misioneros que se han jugado la vida por ayudar al pueblo. De África salieron Agustín, Orígenes y Atanasio, África fue la cuna del monacato y en África se santificaron Charles de Foucauld y los mártires trapenses de Tibhirine…
No sabemos si Europa, ahora que tiene pánico ante el contagio del ébola, será suficiente humilde y lúcida para reconocer su pecado y reparar el daño cometido. En todo caso ojalá a través del clamor del pueblo sufriente escuchemos hoy la voz del Espíritu que nos pregunta, como a Caín, “¿dónde está tu hermano Abel?”
Víctor Codina
Publicado en Cristianisme i Justícia el 10 de octubre, 2014