Era viernes, en torno a las ocho y media de la tarde. Ahí estábamos, 13 personas, en su mayoría desconocidos, en lo que sería nuestro primer fin de semana de formación para futuros voluntarios en proyectos de Voluntariado internacional. ¿El punto de encuentro? El Colegio Mayor Aquinas.
La primera jornada empezó despejando muchas dudas de los presentes: ¿Qué tipo de formación íbamos a recibir? ¿Cómo nos íbamos a organizar a lo largo del fin de semana? ¿Y en los siguientes encuentros?
Después de poner sobre la mesa nuestras dudas y expectativas (en su mayoría difusas aunque comunes en un punto: conocer de primera mano en qué consistía participar en un voluntariado) se nos presentaron los temas centrales del fin de semana: la Globalización y la Interculturalidad. Puntos que desarrollaríamos a través de charlas y dinámicas que nos ayudarían a asimilar más fácilmente dichos conceptos.
Como punto final de la primera jornada, aprovechamos para conocernos mejor, dando paso al buen ambiente y al compañerismo que estuvo presente durante el resto del fin de semana.
Después de una noche de descanso, el sábado comenzamos preparándonos para lo que fue una intensa charla impartida por Ángel Romo, fraile dominico, sobre uno de los conceptos clave del fin de semana: La Globalización.
Gracias a ejemplos de diversos recortes de prensa y a una gran capacidad de oratoria, nos sumergimos de lleno en las bases de dicho término, en sus orígenes y en la desmitificación de algunos conceptos asociados al mismo que no terminaban de ser del todo ciertos. ¿Quién era responsable de la Globalización? ¿Deberíamos de tener una visión positiva o negativa sobre la misma? ¿Cuáles eran sus peligros? A estas y otras preguntas le fuimos dando respuesta, a lo largo de toda una mañana de intenso debate, que no tuvo un minuto de desperdicio.
Ya después de comer, habiendo asimilado una pequeña parte de todo lo que nos quedaba por ver, nos encontramos con el siguiente plato fuerte del día:
La experiencia en vivo y en directo de otros miembros anteriores del Curso de formación, los cuales pudieron optar a una experiencia de voluntariado al terminar el mismo.
Pepe y Fernando nos contaron de primera mano, con todo lujo de detalles, cuál fue su experiencia en República Dominicana como voluntarios. Fue curioso el contraste entre ambas historias: la soledad y el tiempo de reflexión de Fernando, en su búsqueda de la misteriosa “monja del acueducto”, frente a la inmersión en la comunidad dominicana de El Seybo, por parte de Pepe, con un desafortunado incidente que no restó ni un ápice de motivación en su experiencia.
Después de que nos relataran ambos viajes y de que pudiéramos resolver algunas dudas con ellos, nos quedaba por descubrir la última gran experiencia del día: el sobrecogedor testimonio de María como voluntaria y observadora en las comunidades Palestinas.
No es exagerado decir que dicho testimonio logró dejarnos a todos los presentes con la boca abierta, con la sensación imperiosa de tener que hacer algo, al respecto de todas esas grandes injusticias de las que nos hizo conocedores que, por desgracia, pasan totalmente desapercibidas en nuestro día a día. Toda una lección de aguante, fortaleza y lucha de un pueblo en absoluto comprendido por la cultura de occidente.
Para terminar de asimilar todo lo que habíamos aprendido, rematamos el día con BABEL, un largometraje que resumía muy certeramente muchos de esos conceptos que habíamos recopilando, casi sin darnos cuenta a lo largo del día. Fue tras un pequeño debate sobre el mismo, y ya con las últimas energías del día, cuando nos retiramos a descansar para lo que sería nuestra última jornada del fin de semana.
El domingo nos esperaban dos actividades más para ayudarnos a entender el otro gran concepto propuesto: la Interculturalidad.
Para la primera actividad, contamos con las explicaciones y definiciones de José Carlos, miembro de Verapaz, que se encargó de ayudarnos a diferenciar la definición y los matices de dicho concepto, ayudándonos a descubrir algunas pistas sobre las interacciones con culturas diferentes a la nuestra.
Como remate, se encargó de transmitirnos otra parte teórica muy importante sobre la vigente Ley de Voluntariado y en qué puede afectarnos a la hora de lanzarnos a la experiencia.
Como el final de la última jornada se nos echó encima antes de lo que a muchos nos hubiera gustado, nos propusieron rematar el fin de semana con una última dinámica que, pese a su aparente simpleza, nos dejó a todos con mucho en lo que pensar, en lo que a colaboración y trabajo en equipo se refiere: durante cinco minutos fuimos retados a dividirnos en grupos, cada uno de los cuales debía construir un cubo, con los materiales que le hubieran tocado. ¿La dificultad? Que no se podía hablar con los demás miembros del grupo y que cada uno tenía una herramienta distinta con la que se tendría que apañar. Todo un reto en el que incluimos buenas dosis de compañerismo y buen humor para resolverlo.
Una vez concluida la dinámica, y tras un pequeño resumen de lo que había sido nuestra experiencia a lo largo del fin de semana, nos despedimos hasta el siguiente encuentro, muy agradecidos con la organización y con la sensación generalizada de que el Curso había superado nuestras expectativas con creces, esperando con mucha ilusión de seguir aprendiendo en este interesante camino del voluntariado.
Alonso Zamora Carrera