“El Señor es mi luz y mi salvación, a quién temeré?
Pon tu esperanza en el Señor;
Ten valor, ten ánimo, no te desanimes,
Confía en el Señor”
Salmo 27
El 31 de Marzo, y en la madrugada de 1 de Abril, fuertes lluvias provocaron el desbordamiento de los ríos Mocoa, Mulato y Sancoyaco, generando flujos de lodo en varios sectores de la cabecera municipal de Mocoa, que causaron destrucción de viviendas, puentes, y arrastraron vehículos, animales y decenas de personas que fue encontrando a su paso.
Fueron arrasados 17 barrios de la ciudad de los cuales 5 barrios quedaron totalmente destruidos: San Miguel, el Progreso, San Fernando, Laureles y San Antonio, además otros muy afectados como Los Altos, los Pinos, San Agustín, La Esmeralda, la Independencia y la Libertad.
Ante esta tragedia, de inmediato llamamos a Hna Fanny Yolanda, me ofrecí para ir acompañar y nos pusimos en comunicación con las Hnas de Mocoa y varias Hnas de la Provincia se desplazaron como misioneras para acompañar esta situación dolorosa.
El Dolor la tristeza, la desolación invaden nuestro corazón, nos duele, las lágrimas salen, se siente una situación muy tensa, unos y otros buscan sus seres queridos. En el cementerio aún más duro, se van recopilando los cadáveres, mucha gente tratando de reconocer a sus víctimas, los Hnos Franciscanos reformados, abrían huecos y más huecos, para darles cristiana sepultura, eran las 11 P.M. y todavía en medio de la oscuridad, se enterraban los muertos.
Hasta el momento, son 4.050 familias damnificadas, 315 personas muertas, de los cuales 106 niños y niñas. Más de 400 heridos que fueron sacados del lodo con un número indeterminado de desaparecidos; la avalancha destruyó las redes eléctricas de la subestación eléctrica local, dejando sin fluido eléctrico otras zonas del Departamento como el medio y el bajo Putumayo, las bocatomas del Acueducto también fueron afectadas, dejando sin agua la ciudad.
De inmediato los cuerpos de socorro, la defensa Civil, bomberos, la Cruz roja, el ejército y la policía, sacerdotes y religiosas, Médicos y enfermeras en el hospital, atendieron los heridos y rescataban cadáveres.
El compartir con la gente nos conmueve, nos duele, sólo escuchar muchos relatos dolorosos, como el siguiente.
Una mujer con su hijita de 10 años relata el dolor: dice que eran como las 12 P.M. ya estaban durmiendo, alguien tocó a su puerta, nos levantamos y miramos que la gente corría, las calles se estaban llenando de agua, en eso salimos a correr, no sabíamos para donde, entonces corrimos hacia abajo para buscar protección, pero todo estaba en laguna, corrimos a la parte de arriba, no sabíamos a donde iba a reventar la avalancha, el agua seguía subiendo. Yo no soltaba a mi hijita, me enrede en un alambre y pensé que ya me ahogaba, me agarré de mi hija y un señor joven nos jaló y logramos salir. Gritamos mucho, mucho que desesperación, nos metimos a una casa de tres pisos, la puerta estaba abierta, subimos al tercer piso y miramos como el agua seguía subiendo era un ruido escabroso, no entendíamos, lo único tratar de salvarnos. Dios sálvanos! gritamos varias veces y nada pudimos hacer… nosotras nos salvamos porque nos ayudaron , no lo puedo creer, estamos vivas, es un milagro de Dios. Lo perdimos todo, todo, pero estamos vivas dice Elizabeth, aporriada de su caída y llorando, no pude hacer nada por mis vecinos, no sé dónde están, es muy lamentable lo que ha sucedido. Y como ellas, otros cuentan su situación.
Entre tanto se han abierto 12 albergues para apoyar a las familias. La Diócesis, sacerdotes, Religiosas, laicos, la policía y muchos más unidos en su solidaridad les dieron la mano, para tratar de sobre llevar la situación.
Son muchos los desaparecidos cerca de 80 personas en el cementerio, aún sin identificar. Pedimos a Dios nos ayude a encontrar nuestros niños-as son muchos los que están perdidos.
Las Hnas de nuestra Comunidad, ayudan a clasificar la ropa, apoyan en el hospital, en los barrios y albergues, a alentar a la gente, las palabras de consuelo, el compartir, la atención de mucha gente, los albergues de familias de amigos, nos han apoyado, nos han brindado ropa, alimentos, y otros que nos han permitido descubrir que el amor de Dios está presente, tenemos puesta nuestra fe en el único Dios que tanto nos ama. Lo perdimos todo, dice la gente, pero a El lo llevamos con nosotros, repiten una y otra vez.
Dios bendiga a quienes nos ayudan y esperamos que el Gobierno nos apoye para reconstruir nuestra ciudad y que la esperanza vuelva a florecer, la vida viene de Dios, la seguiremos llevando con el amor de Dios que nunca nos falla.
Gracias Hna. Fanny Yolanda y Consejo, a todas las Hnas de la Provincia por su cariño y preocupación, a tanta gente solidaria porque Mocoa viva en la Esperanza de un Dios amor.
Hna Teresita Cano Gómez op
Abril 16 de 2017