Hace un año doscientos quince jesuitas llegados de todas las partes del mundo se reunían en Roma para abordar lo que les dice y les pide la realidad global en la que están presentes.
Los jesuitas reflexionaron, debatieron y afirmaron su misión como un compromiso por la reconciliación, entendiéndose a sí mismos como hombres de justicia y paz, acompañando sufrimientos y comprometiéndose en el cuidado de la creación. Es decir, recrear un corazón apostólico lleno de deseos, aunque también necesitado de conversión y renovación. Aquella asamblea, finalmente, quiso dirigir un mensaje fraterno, en forma de carta, a sus hermanos jesuitas y a quienes trabajan con ellos en situaciones de guerra y de violencia.
Un mensaje que recuerda y cita a los seis jesuitas y las dos mujeres asesinados el 16 de noviembre de 1989, en la UCA de San Salvador. Y no como nombres aislados, sino formando parte de una “lista”. Todos ellos son “el testimonio del poder del Evangelio, de la bella y dolorosa fragilidad de la existencia humana, de la entrega al servicio de la amistad, y de que es necesario confesar, incluso con la muerte, que el sufrimiento, el riesgo y la valentía forman parte de nuestra vida como jesuitas y de nuestra vocación cristiana”.
Cipriano Díaz Marcos SJ. Comité de Solidaridad Oscar Romero (Valladolid)
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