Martí es un municipio cubano situado en el extremo oeste de la provincia de Matanzas, en el centro de la costa norte de Cuba.
Es un lugar tranquilo, agradable y lleno de vida, en el que las religiosas dominicas de la Congregación de Santo Domingo tienen ubicada desde hace casi 30 años la misión de San Martín de Porres. La casa de las hermanas se encuentra junto a la parroquia de San José y ahí es donde ellas llevan a cabo su obra Pastoral.
Las hermanas Amparo, Herminia y Matilde se encuentran a la cabeza de esta misión en la que se llevan a cabo infinidad de actividades, todas ellas destinadas al desarrollo de las personas y de la comunidad: existe un grupo de Pastoral Carcelaria que apoya tanto a las familias de los presos como a los mismos presos, grupos de catequesis en la parroquia de Martí y en los bateys del municipio, visitas a familias y a enfermos, reparto de alimentos a personas con escasos recursos económicos, dispensario de medicamentos, acogida de niños en vacaciones escolares y fines de semana de todo el año para impartir catequesis y clases formativas (guitarra, canto, danza, inglés, manualidades, deportes…) y… ¡muchísimas cosas más!… porque las hermanas son incombustibles.
Cuentan con la colaboración y el apoyo de laicos comprometidos, que ayudan a que los proyectos se puedan llevar a cabo para seguir desarrollando la comunidad de Martí. Las hermanas tienen sus puertas abiertas a todas las personas voluntarias que quieran integrarse en su proyecto para ayudar y aportar lo que cada uno pueda y sepa. Y gracias a ello, y a Acción Verapaz, fue como tuve la fortuna de vivir mi experiencia de voluntariado en Cuba.
Desde mi llegada colaboré en todas las áreas en las que fue necesario. Estuve reorganizando el dispensario de medicinas, ayudando en las actividades con los niños, con los jóvenes de la parroquia, visitando a personas enfermas en sus casas, llevando alimentos a familias desfavorecidas, dando una charla en el encuentro de Pastoral Carcelaria etc. Pasé también mucho tiempo ayudando a Digmary, la secretaria de la misión de Martí, y aprendiendo de ella; además de ser una mujer resuelta, trabajadora, alegre, vital e inteligente, es una excelente persona.
La misión en Cuba es muy distinta a la que pueda haber en otros países. Las iglesias no están llenas de gente, porque la cultura y la tradición religiosa se fueron perdiendo tras el triunfo de la Revolución política. La misión más importante que las hermanas realizan en Cuba es la de estar. Estar supone apoyar con su presencia, hacer conocedoras a las personas de que si necesitan algo están ahí para colaborar, tener siempre abiertas las puertas de su casa para ayudar y escuchar y, supone también, dar testimonio de su Fe y amor a Dios a través de sus obras y palabras.
Si hubo algo que me llamó la atención fue la necesidad de la gente de sentirse escuchada, de saber que pueden ir a hablar libremente con las hermanas, a contarles sus cosas, a desahogarse, incluso a sentarse junto a ellas en silencio, porque ellas siempre están ahí para alimentar espiritualmente a quien lo pueda necesitar. En un país en el que la situación política condiciona tanto la vida de las personas, cobra todavía más importancia saber que se tiene un lugar al que acudir, dejando a un lado el miedo, porque ahí siempre te van a atender y te van a apoyar, porque siempre están para ti.
La laboriosidad, paciencia, generosidad, constancia, y fervor con el que trabajan las hermanas hace que la vida en Martí sea mucho mejor. Ellas se preocupan de que todas las personas de su entorno se encuentren bien, y así de bien es como me hicieron sentir a mí durante mi estancia. Pero no sólo ellas, sino también todas las personas con las que tuve la suerte de coincidir en la casa, en la parroquia y en la misión (niños, adolescentes, profesores…) me hicieron sentir ese calor, esa solidaridad, esa alegría y esas ganas de vivir que se sienten y respiran en Cuba…. isla bella.
Amor, que mueve a las personas y al mundo, es lo que he sentido durante mi estancia en Martí. A ti, que estás leyendo mi experiencia, te aconsejo que vivas la tuya propia y dejes que esa energía fluya dentro de tu ser, porque al final, lo importante es estar. Por eso, vayas donde vayas, ten por seguro que tu presencia cambia y aporta a los demás y ellos te cambian y enriquecen a ti.
Martí, gracias por todo, gracias por tanto.
Gabriela Sanagustín, voluntaria en Martí (Cuba)