Carla Pérez Alonso participó en nuestro Curso de Voluntariado Internacional y acaba de regresar de República Dominicana, donde ha realizado su voluntariado internacional. Esta es su crónica.
“Llegué a República Dominicana por el aeropuerto de Punta Cana, y de camino a El Seibo, ya pude ver la desigualdad entre el resto del país y el que sería mi hogar el próximo mes y medio.
Mi misión en El Seibo era dar asistencia sanitaria básica en el Centro de Salud Fray Luis Oregui, recientemente inaugurado. En el Centro trabajan además otra doctora, una enfermera, una bioanalista y la responsable de la farmacia. Pronto me sentí parte de ese gran equipo y cada vez teníamos más pacientes que nos conocían a través de la radio y del boca a boca. Allí aprendí fundamentalmente la importancia de dar a los pacientes el trato más humano y cercano posible, pues eso ya servía como parte del tratamiento. Aún queda mucho por hacer en el Centro de Salud para poder mejorar las precarias condiciones sanitarias de la zona, pero con la ilusión y el trabajo de todas las personas implicadas en este bonito proyecto pronto se conseguirán las metas propuestas.
A parte de mi trabajo en el Centro de Salud, las Misioneras del Rosario me dieron la oportunidad de colaborar en el colegio de El Rosario. Me encantó poder compartir experiencias con los niños, que siempre son una gran fuente de aprendizaje. Es difícil describir los maravillosos sentimientos que me hacían sentir al venir corriendo a abrazarme, llamándome tía, porque para ellos ya era familia. Sin duda, sueño con volver, para ver crecer a esas increíbles personitas.
Allí pude convivir con muchas personas diferentes y ver sus condiciones de vida. Una de las cosas que más me impactó de mi viaje fue la situación en la que se encontraban los inmigrantes haitianos en El Seibo. La mayoría viven en situación irregular, sin derecho a una sanidad y realizando trabajos en auténtico régimen de esclavitud, especialmente en los campos de caña, trabajando 12 horas al día en unas condiciones extremadamente duras.
También pude ver la lucha del pueblo por sus derechos, organizándose para realizar actos pacíficos reivindicativos, y fomentando la unión de los habitantes de los distintos barrios y campos.
Estando allí, un periódico publicó un texto que decía que El Seibo era la Cenicienta de República Dominicana, pero por suerte esta Cenicienta tiene muchas hadas madrinas. Yo he tenido la suerte de compartir con muchas de ellas: los miembros de Acción Verapaz de El Seibo, el Movimiento por una mejor provincia de El Seibo, los dominicos y dominicas allí destinados y cada seibano y seibana de corazón dispuesto a luchar y trabajar por su tierra y su gente. Y a partir de ahora esta increíble región, de paisajes de ensueño y personas extraordinarias, también tiene un lugar privilegiado en mi corazón”.
¡¡Muchas gracias, Carla, por tu compromiso con los demás!!!