Estas siete palabras que acompañan el jubileo de la juventud, también enmarcan nuestra vivencia de la Cooperación al desarrollo, y nos ayudan a compartir con vosotros lo que supone para nuestro grupo.
No tiene sentido la cooperación al desarrollo imponiendo nuestra lectura de la realidad; es necesario ESCUCHAR, con mayúsculas, a aquellos con los que vamos a trabajar.
Cada día tenemos que DISCERNIR, que buscar, cuál es nuestro papel en este encuentro con los últimos de la sociedad, con los olvidados. Nosotros nunca podemos ser los protagonistas.
Y esta labor hay que realizarla desde el convencimiento absoluto de que hemos sido llamados a ella, de que, desde el enamoramiento más profundo por el evangelio de Jesús, sentimos VOCACIÓN por situarnos al lado del hermano más desfavorecido.
Lo cual nos incita a provocar un cambio, una CONVERSIÓN, no solo en nosotros, sino en los que nos rodean, apoyándonos en la formación de las mentes y la sensibilización de los corazones.
Para nosotros es un DESAFÍO continuo intentar romper fronteras y prejuicios, es un desafío romper con nuestros estereotipos y ponernos en el lugar de alguien que vive a miles de kms.
Porque, parafraseando al Papa Francisco, estamos llamados a ACOMPAÑAR, no a juzgar, sino a ponernos al servicio del otro.
Por último no pensar jamás que esta labor es tarea de héroes, o seres especiales, porque como nos dice Francisco en la Gaudete et exultate: Los santos están a nuestro lado, y todo estamos llamados a la SANTIDAD del día a día.
Y de esta forma descubrimos que la Fe nos llevó a las obras, obras que ayudaran a muchos a descubrir el camino de la Fe.