Navidad en Martí
Tras mi primera experiencia como voluntaria en Martí, he tenido la suerte de volver nuevamente en Navidad.
Si por un lado, fue una alegría reencontrarme con todas las personas que conocí en mi primera estancia, por otro lado fue una alegría aún mayor hacerlo para celebrar junto a ellos y ellas fechas tan especiales como Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes.
Para mí volver a Martí ha sido como ir a visitar a la familia que está lejos y que anhelas ver.
Abrazar a Digmary y a la hermana Amparo, al llegar al aeropuerto, fue muy emotivo y llegar a Martí, cerca de la una de la madrugada, y abrazar a la hermana Herminia fue la confirmación de que ya estaba en casa. Porque eso es lo que hace una familia, te recibe y te espera para darte la bienvenida.
A la mañana siguiente ya me incorporé a las actividades que se realizan con los niños los días de Navidad ¡qué ganas tenía de volver a verlos! En esta ocasión estuve impartiendo clases de manualidades y haciendo cuentacuentos. Esos días estuvimos ensayando la actuación de Navidad con villancicos y dramatización del nacimiento de Jesús… ¡fue todo un éxito! La Iglesia de San José de Martí sirvió como escenario de la representación y estuvo completamente llena. Madres, padres, familiares y vecinos no quisieron perderse la actuación que sus hijos habían estado preparando con tanta ilusión y que fue realmente preciosa. Los profesores y ayudantes (Digmary, Yadelys, Rachel, Yoerlys, Jessica, Marisa, Roger, Irianny y Andy) hicieron un trabajo excelente montando con tanto acierto esa obra, villancicos, coreografías, atrezzo, música… Yo aún no soy capaz de describir la sensación tan linda que se tiene cuando por primera vez pasas la Navidad tan lejos de tu casa, en un lugar desconocido para el turismo y sin embargo te sientes y te hacen sentir como si pertenecieses ahí, rodeada de una gran calidez tanto humana como climática.
Nuevamente estuve revisando y reclasificando el botiquín que las hermanas tienen y acompañándolas en alguna de las salidas a los bateys, a visitar a personas enfermas o a impartir catequesis. Ver como las personas aprecian su esfuerzo y su cariño, es la mejor gratitud que se puede tener después de tantos años dedicados al pueblo de Martí.
Ha vuelto a ser una experiencia maravillosa, gracias a todas las personas con las que he tenido la oportunidad de coincidir. En la diferencia de caracteres, ideas, perspectivas y en la diversidad de razas y culturas, está la belleza para mí.
Cuba tiene esa mezcla justa de todo ello que la hace tan especial, mágica y magnética y que definitivamente engancha, no sólo por su patrimonio cultural o natural sino más bien, por el carácter abierto, amable, simpático y alegre de su gente en general.
Martí, gracias por todo, gracias por tanto.
Gabriela, voluntaria en Martí (Cuba)