“Todos hermanos”, es la nueva encíclica social del papa francisco, en la que trata temas como la inmigración, la paz, la política, el papel de los organismos internacionales, los derechos y la ética, la pena de muerte, el racismo, la dignidad de las mujeres, la propiedad privada... Es un documento valiente y claro, sobre los ideales y los caminos para construir un mundo mejor, más justo y pacífico. Está dirigido a todas las personas, grupos e instituciones con las que compartir este compromiso.
“Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”, expresó en un tweet Francisco.
Interesante esta pequeña síntesis que hace la periodista francesa Anita Bourdin https://es.zenit.org/2020/10/05/fratelli-tutti-enciclica-social/:
“De hecho, la encíclica parte de una constante sin concesiones (Capítulo 1: “Las sombras de un mundo cerrado”), pero no sin “esperanza”, en el contexto de una pandemia “sin fronteras”. Cabe destacar un párrafo titulado “la ilusión de la comunicación”.
El segundo capítulo propone la luz del Evangelio del Buen Samaritano sobre esta observación: “Un extraño en el camino” que propone un “prójimo sin fronteras” y dejarse desafiar por “el extraño”.
El tercer capítulo “Pensar y gestar un mundo abierto” propone el modelo de un “amor universal” como fuerza motriz del “derecho de los pueblos”.
El cuarto capítulo aporta una dialéctica entre lo local y lo universal: “Un corazón abierto al mundo entero”. En otras palabras, el Papa anima a partir desde el corazón y desde la apertura para pensar en la sociedad post-pandémica.
El quinto capítulo trata sobre “La mejor política”: en este sentido, la encíclica social es también eminentemente política, y aquí también propone el amor como motor de la política, no de manera ingenua, sino a través del discernimiento, un diagnóstico en el que se habla del populismo y el liberalismo. El universalismo que se propugna no es la uniformidad, porque “las diferencias generan conflictos, pero la uniformidad genera asfixia”.
El sexto capítulo aborda un tema muy querido por el Pontífice, el del diálogo como motor social: “El diálogo y la amistad social”. Aboga por la cultura del “encuentro” y la “amabilidad” como antídoto a la “crueldad”: “La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices”.
En el séptimo capítulo, el Obispo de Roma propone “caminos”, a partir de “la verdad”, para construir la paz, como “artesanos”, en la dinámica del perdón (¡fuerza política!), de la memoria, con el rechazo de la pena de muerte y de la “injusticia de la guerra”.
El octavo y último capítulo subraya el papel de las religiones “al servicio de la fraternidad en el mundo” y recoge la llamada de Abu Dhabi.
Porque lo que el Papa Francisco destaca en la introducción es el vínculo entre esta encíclica y el aniversario de la visita de san Francisco de Asís al sultán egipcio Malik-el-Kamil (1219) y su propia visita a los Emiratos Árabes Unidos, con la Declaración sobre la Fraternidad Humana, firmada con el gran Imán Ahmad Al-Tayyeb el 4 de febrero de 2019 para recordar que "Dios ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos". Otros líderes religiosos – judíos, budistas – también firmaron la declaración”