No es el primer caso, y esperemos que no sea el último.
Un niño y una niña de Valladolid que han hecho su Primera Comunión en el último fin de semana de este mes de mayo, en lugar de pedir regalos a los familiares que asistían, dispusieron una hucha, en el centro de la comida, para que los asistentes metieran en ella el dinero que iban a invertir en sus regalos, para poder ayudar así a los niños que lo necesitan más que ellos.
La hucha nos la entregaron a Acción Verapaz. El dinero irá destinado a un proyecto de compra de 88 cabritas en Haití, que va a beneficiar a 88 niños desfavorecidos. Una cabrita puede tener dos partos en un año. Una cabrita ya criada y en edad de producción se vende en el mercado a 4000 gourdes (unos 68 €), con los cuales el niño podrá pagar su escolarización durante un año, procurarse los materiales didácticos, comprarse sus uniformes y aún hacer un pequeño ahorro.
Merece resaltarse este gesto como buena noticia, no sólo porque sus familias aceptaron gustosamente esta alternativa al regalo tradicional, sino porque los niños pusieron una gran ilusión en el tema y se implicaron con entusiasmo en el proyecto. Entendieron muy bien lo que significa la solidaridad y quizás también el verdadero significado de poder sentarse a la mesa de la Eucaristía.