El derramamiento de sangre, la destrucción y el desplazamiento masivo de la población siguen aterrorizando a la población de Masisi, una rica zona minera de Kivu Norte, en el este del Congo.
Los violentos enfrentamientos entre varios grupos rebeldes, así como los combates de estos contra el ejército congoleño han ido en aumento desde el pasado mes de agosto. Como consecuencia de ello, miles de mujeres, niños y hombres se han visto obligados a huir de sus hogares en Masisi. Además, ahora reina un clima de miedo y desconfianza recíprocas entre las dos principales comunidades que viven en la zona: los hundes y los hutus.
El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) cree que alertar sobre el conflicto olvidado en Masisi y garantizar la protección de la población local deben ser prioridades urgentes para la comunidad internacional, las autoridades congoleñas, la Misión de Mantenimiento de la Paz de la ONU en el Congo (MONUSCO) y los actores políticos de la región de los Grandes Lagos.
"Apreciamos los esfuerzos diplomáticos que en la actualidad tratan de poner fin a la violencia de los rebeldes que tomaron el control de Goma el 20 noviembre y que provocaron la huida de decenas de miles de personas. Sin embargo, hay que tener la misma determinación para devolver la paz y la seguridad a la población de Masisi, agotada por el conflicto", dijo el director del JRS Grandes Lagos de África, Isaac Kiyaka, SJ.
De acuerdo con la información recogida por los equipos del JRS en Masisi, en la noche del 29 noviembre miembros de Nyatura, una milicia hutu, atacaron el pueblo de Kihuma, cerca de Buabo, quemando casas y disparando contra aldeanos de la etnia hunde.
El 14 de noviembre, el JRS presentó un comunicado de prensa documentando la muerte de al menos 18 personas, entre ellas cuatro mujeres y dos niños asesinados a machetazos, de un desplazamiento masivo de población, y de la destrucción de los campamentos para desplazados internos.
La situación humanitaria en Kivu Norte se deterioró aún más durante todo el mes como consecuencia de la violencia desde que el Movimiento 23 de marzo (M23), un grupo rebelde apoyado por los gobiernos de Ruanda y Uganda, según un informe reciente del Grupo de Expertos de la ONU sobre la República Democrática del Congo, refutadas por Kigali y Kampala.
Tras las conversaciones entre los líderes gubernamentales de la Conferencia Internacional para la Región de los Grandes Lagos, el movimiento rebelde aceptó retirarse a 20 kilómetros de Goma, obteniendo a cambio de iniciar negociaciones directas con el gobierno congoleño.
En medio de la escalada de violencia en Masisi y ante la gran necesidad de protección y asistencia humanitaria que tiene la población desplazada, el Servicio Jesuita a Refugiados hace un llamamiento para que la comunidad internacional presione al gobierno de la República Democrática del Congo (RDC) y a los de la región de los Grandes Lagos para que se detenga inmediatamente la violencia de los grupos rebeldes que aterrorizan Masisi, con la misma determinación utilizada para reducir la rebelión M23; las autoridades de la RDC garanticen la protección de los civiles dentro y en los alrededores de Masisi, reforzando la presencia militar en la zona; promuevan eficazmente la coexistencia pacífica entre las comunidades hunde y hutu; saquen a la luz y pongan fin a las raíces del conflicto y los intereses de los grupos armados; la Misión de la ONU de Estabilización de la RDC (MONUSCO), con sede en Masisi, garantice la protección de los civiles frente a los frecuentes ataques armados llevados a cabo por los grupos rebeldes; la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos (ICGLR) participe de manera efectiva en los esfuerzos diplomáticos para poner fin no sólo a la rebelión del M23, sino también a la de los numerosos grupos rebeldes armados presentes en Masisi.