Haití tiene el triste privilegio de ser el país más pobre de América Latina. La pobreza del país incide más negativamente sobre sectores más vulnerables, como es el caso de la infancia. Esto se traduce en una elevada tasa de mortalidad infantil, desnutrición e imposibilidad de ir a la escuela.
En el campo de la educación la situación todavía es peor, pues no hay escuelas para acoger al número cada vez mayor de niños, y las que existen exigen elevadas tasas de matriculación. En el país hay cercad e tres millones de niños y adolescentes en edad escolar. En Educación primaria sólo la mitad de los niños están escolarizados, y en Secundaria uno de cada cinco niños asiste regularmente a la escuela. El terremoto provocó que la mitad de las 3.000 escuelas de primaria y de secundaria fueran destruidas o gravemente dañadas, disminuyendo el número de plazas disponibles.
En Haití el 80 % de las escuelas son privadas, y si sumamos a esto el coste de los libros, el uniforme escolar y otros materiales, la educación se convierte en una carga imposible de afrontar.
Esto tiene efectos negativos, como son:
El incremento de la delincuencia juvenil.
El éxodo a la ciudad para el trabajo doméstico en condiciones de semiesclavitud.
La emigración de estos niños-adolescentes a la República Dominicana para trabajar en condiciones infrahumanas.
La prostitución infantil es otra de las salidas, sobre todo para las niñas, produciéndose con frecuencia la muerte al quedar embarazadas y tener partos prematuros.
Más información:
Proyecto Becas Escolares para los niños de Haití