Este verano, gracias a familia dominicana, he tenido la suerte de tener una experiencia de misión en Koribeni, en la selva de Perú, con los frailes Roberto, Rufino y Juan y mis compañeras Gloria y Patricia.
Estas experiencias te abren los ojos a otra realidad, que te enseña a vivir desde lo sencillo, a ser feliz con poco y a compartirlo con todos los que tienes al lado; te abren los oídos para escuchar a Dios en los otros, la naturaleza, la voz de las comunidades nativas, en muchos casos olvidadas por todos… te abren la mente, ante grandes problemas como la droga, o las injusticias que se cometen en la explotación de materias primas (madera, gas petróleo, oro…), pero sobre todo, te llenan el corazón de VIDA.
Allí hemos hecho un poco de todo, pero sobre todo: estar, sentir, aprender, compartir y disfrutar.
Los primeros días daba apoyo escolar en el internado. Junto a la misión de los frailes hay un internado, llevado por profesoras, para que los adolescentes de las comunidades nativas puedan estudiar la secundaria con el proyecto de que en un futuro, continúen con estudios universitarios para ser abogados, profesores o médicos de sus comunidades. Además hicimos un curso a los profesores sobre dinámicas y juegos que pudieran aplicar en el aula.
Durante las vacaciones por fiestas patrias, hicimos un campamento de 12 días con más de 30 niños, donde disfrutamos mucho jugando, haciendo manualidades, excursiones, apoyo escolar… Siempre que trabajo con niños, me acuerdo de esa frase del Evangelio: "Para entrar en el Reino de los cielos, hay que hacerse como un niño..." Tienen tanto que enseñarnos… por su forma de acoger a todos, por estar siempre al lado de los más pequeños, (tendríais que ver, como los mayores cuidaban de los más pequeños), por su alegría continua, que contagian con sus sonrisas, por su forma de amar y dejarse amar, por ser capaces de conseguir todo lo que se proponen trabajando juntos, por disfrutar con las cosas más simples… por estar siempre dispuestos a ayudarte y a compartir lo que tienen, con esa inocencia y bondad… ojalá pusiéramos tanto corazón como ellos en los juegos, en todo lo que hacemos…
El resto de tiempo, estuvimos visitando comunidades quechuas y sobre todo machiguengas acompañando a los misioneros dominicos, que se tomaron muy en serio el envío de Jesús, "Id al mundo entero y predicad el Evangelio", celebrando la fe en lugares muy apartados y alentando a las comunidades a luchar por sus derechos, "para que todos tengan vida y vida en abundancia"… Es una de las experiencias más bonitas, salir al encuentro como Jesús, de gente tan auténtica y a la vez tan olvidada por el Gobierno en temas de salud, educación, infraestructuras… que viven con mucha sencillez y que te acogen, te dan de comer, te dejan un sitio para dormir, que en su cara se dibuja siempre una sonrisa, aunque la vida no sea fácil para ellos…que son una verdadera comunidad donde el problema de uno es el problema de todos, y donde se buscan soluciones en conjunto. Tenemos tanto que aprender de ellos… para hacer vida la alegría del Evangelio…
Hoy sólo puedo dar gracias a Dios, a Selvas Amazónicas y Acción Verapaz, y a todos con los que he hecho este camino, tanto aquí en la formación como allí en Perú, por darme esta gran oportunidad de compartir con toda aquella gente, y sobre todo por aprender de ellos a valorar las cosas que realmente importan; y ahora aquí a estar atenta a tantas personas olvidadas que hay en nuestro alrededor… para que tengan VIDA.
Mª Belén Sánchez Gil.